KARL LAMP: EL INCA ALEMÁN
Un espacio para difundir visiones novedosas sobre los acontecimientos más importantes de la historia nacional y mundial, a la luz de nuevas investigaciones e interpretaciones seriamente documentadas, con un amplio sentido crítico.
lunes, 1 de noviembre de 2021
Karl Lamp
viernes, 15 de octubre de 2021
Eugenesia, filosofía mortal
CUANDO LOS GRINGOS FUERON MALOS
Francis Galton, primo de Charles Darwin y gran admirador de éste, estaba intrigado con el árbol genealógico de su familia, cuyos miembros eran muy altos. Una tarde, tuvo la inspiración que le daba la respuesta. Mediante una sencilla operación intelectual, aplicó la teoría darwiniana de la evolución y la supervivencia de los animales, a la raza humana. Esa sería la solución, no solo a sus dudas, sino la razón de todos los problemas sociales. De ahí en adelante, se dedicó a desarrollar su inspiración, con la certeza que le daba sentirse integrante de una raza superior. "Los europeos modernos -escribió- tienen más habilidades naturales que las razas inferiores, como los negros".
Lo que hacía era genialmente sencillo: interpretar el comportamiento social a la luz del origen biológico. Para Galton, la inteligencia, la salud u algunas otras "virtudes" eran patrimonio genético de cada raza y no fruto del medio social en el que se desarrollan. "No hay nada que nos impida pensar que una raza de seres humanos superiores podría ser formada mediante una cuidadosa selección y cría, similar a la que se usa con los perros o los caballos de pura sangre -señala- La caridad está mal entendida. Debe apoyar a los fuertes en lugar de a los débiles y al hombre del mañana en lugar de al hombre de hoy. Hay que dejar que el conocimiento controle las emociones y los instintos".
Pero, sería muy injusto cargarle únicamente a Galton la responsabilidad de tan descabelladas afirmaciones. Mucho tuvo que ver su época, en la que el positivismo científico y los logros científicos cada vez más espectaculares, gozaban de un prestigio casi ilimitados. En otras palabras. Galton no estaba solo; representaba el espíritu de esos años. A él le corresponde, sin embargo, la paternidad directa de la EUGENESIA, palabra que acuñó para designar a su filosofía.
Tenemos que saltar al otro lado del Atlántico si queremos seguirle la pista a esta corriente. A comienzos del siglo, EE.UU. empieza a experimentar delicados problemas sociales. Los reformadores progresistas empezaban a preocuparse por el crecimiento de la pobreza, el crimen y los que llamaban "agitación social": La élite aristocrática que estaba en el poder, comenzó a sentir temor frente a las grandes oleadas migratorias provenientes de Europa (irlandeses e italianos, principalmente), que coincidía, además, con el incremento de la militancia sindical. Los "norteamericanos puros" sintieron un miedo paranoico a perder las riendas de la política y la economía del país a manos de los extranjeros pobres que desafiaban su poder y exigían su tajada del llamado "sueño americano".
Es entonces, que la clase alta ve en la Eugenesia la solución a sus problemas. La premisa eugenésica de que "el factor hereditario es el que determina la conducta social y no el entorno", era la justificación "científica" para culpar a la población de sus propios males, al mismo tiempo que protegían lo que ellos sentían eran sus legítimas aspiraciones de poder.
Es así, como los grupos de poder, que se encontraban representados por la clase política, emprendieron una cruzada de tres décadas, destinada a solucionar los problemas del país, teniendo como base las ideas de Galton. Pero faltaba un asidero científico, y este llegó de la mano del alemán Augusto Weisman, quien descubrió que las características que un organismo adquiere de su entorno, no pueden ser heredadas por su descendientes, por tanto -concluyeron los partidarios de la eugenesia- las reformas sociales eran inútiles, puesto que no mejorarían las condiciones sociales de las generaciones futuras.
De ahí en adelante, la Eugenesia se fue desarrollando a paso lento, pero seguro; cada vez tenía más seguidores, y no solo entre la clase alta. Disimuladamente se fueron promulgando leyes de inspiración eugenésica "por el bien de los EE.UU." Incluso, muchos intelectuales universitarios, especialmente de Harvard y Standford, predicaban en sus cátedras, la supremacía aria, a la vez que escribían libros abiertamente racistas, que intentaban darle un fundamento teórico a la teoría eugenésica. Proponían, entre otras cosas, que se reforme la estructura social de EE.UU. bajo un sistema de castas, basado en las diferencias biológicas, en la que los derechos de las personas, dependerían de su origen racial. "La sangre de una nación determina su historia" es una de las tantas frases que se repetían en esos años, con las cuales, trataban de sustentar las políticas discriminatorias que se estaban dando a principios del siglo XX.
La esterilización era la propuesta eugenésica más radical. Estaba destinada a la eliminación de los "biológicamente inferiores", es decir, delincuentes, prostitutas, drogadictos, mendigos, alcohólicos, violadores, pervertidos, excéntricos y todos aquellos que no encajaran en el ideal eugenésico. Gracias a sus contactos políticos, los eugenésicos consiguieron que en varios estados se aprueben leyes que permitieron esterilizar contra su voluntad a miles de estadounidenses, la mayoría internos de los hospitales psiquiátricos y orfanatos, donde centenares de niños fueron esterilizados impunemente. Y, como se pensaba que, la delincuencia era hereditaria, tanto como las enfermedades mentales, miles de presos también fueron víctimas de estas políticas de control natal a través de la castración o la esterilización química. Al fin y al cabo, eran delincuentes y merecían lo que les estaban haciendo, porque lo importante era "salvar a EE.UU. de los indeseables".
Pero, como la esterilización no era popular, hacia 1917 se usaron dos nuevas técnicas propagandistas a favor de la eugenesia. Una era el uso de los árboles genealógicos, que "demostraban que las taras sociales eran transmitidas por la herencia biológica", y otra era el Test de Inteligencia de Binet, que aplicados a reclusos de centros penitenciarios "demostraron" que eran mental y biológicamente incapaces. Con ayuda de estas demostraciones seudo científicas, más leyes de esterilización se aprobaron en diferentes estados y cuando se cuestionó la legalidad de estas normas, el Tribunal Supremo las avaló, diciendo que la esterilización era competencia de cada estado.
Pero estos supuestos instrumentos científicos pronto fueron cuestionados. Los árboles genealógicos fueron acusados de inconsistentes por basarse en muestras manipuladas y los test de Binet, porque los resultados que ofrecieron al ser aplicados al Ejército, dieron como conclusión que más de la mitad calificaba como "débiles mentales", y al ser aplicado a la población civil, arrojó como resultados que los afro estadounidenses de cinco estados del norte eran más inteligentes que los blancos de ocho estados del sur. Estos resultados molestaron mucho a los eugenistas, por lo que este test fue dejado de usar.
A pesar del desprestigio de sus procedimientos, los eugenistas seguían en actividad. Con el fin de la I Guerra Mundial, aprovecharon sus contactos políticos para promulgar leyes migratorias restrictivas que estuvieron vigentes hasta 1965. Estas leyes, restringían la migración de europeos "biológicamente inferiores", procedentes de Europa mediterránea y de Europa Oriental, especialmente de Rusia, debido a la influencia de la revolución, convirtiendo al marxismo en el chivo expiatorio perfecto para cerrar sus puertas a determinado tipo de inmigrantes.
Fue el Crack financiero de 1929 el que, finalmente, pudo detener el avance de la eugenesia en EE.UU. ya que de un día para le otro, las élites financieras, comerciales e industriales se vieron en la calle, pobres, al lado de los inmigrantes "biológicamente inferiores". Fue una democracia de la pobreza que no podía sustentar el mito de la raza superior. El ascenso de Hitler al poder en Alemania en 1932 fue otro punto en contra. Mientras los nazis escribían a los EE.UU. pidiendo información sobre sus leyes de esterilización, los norteamericanos hicieron oídos sordos.
Heindrich Boeters, uno de los principales defensores de la política racial del III Reich, declaró: "Lo que los higienistas raciales promovemos no es nada nuevo. En una nación de primer orden como es Estados Unidos, esto fue introducido hace tiempo".
En la actualidad, los movimientos eugenésicos no han desaparecido. Esporádicamente los genetistas hacen noticia al intentar relacionar algunos problemas sociales con cuestiones biológicas y proponer en consecuencia, directa o indirectamente, "políticas de saneamiento".
Otra vez el principio de autoridad de la ciencia podría avalar leyes de segregación, ya sea en las calles o en las probetas, donde los "genes impuros" sean eliminados, mientras los "superiores" sean alimentados con vitaminas. El "Mundo Feliz" que previó Aldoux Houxley puede no estar lejos. Un mundo más feliz diseñado, no por ingenieros o arquitectos, sino por ingenieros genéticos. Dios nos salve a nosotros, cholitos de acero inoxidable.
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Adaptado del artículo homónimo de Pablo Vásquez F. publicado en El Suplemento, del diario Expreso el domingo 3 de noviembre de 1991.
miércoles, 1 de septiembre de 2021
Los Juicios de Nüremberg
LOS JUICIOS DE
NÜREMBERG
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(*) Adaptado del artículo “Nüremberg: 50 años después” de Luis García-Blasquez, publicado en la sección Opinión del diario El Comercio del miércoles 16 de octubre de 1996.
Otras fuentes:jueves, 26 de agosto de 2021
El Bicentenario de la Independencia
REFLEXIONES SOBRE EL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA
POR: CÉSAR GONZÁLEZ DELGADO
Doscientos años
han pasado desde que el Generalísimo Don José de San Martín aquella mañana del
sábado 28 de julio de 1821, cuando el Generalísimo José de San Martín proclamó
en la plaza de armas de Lima, la Independencia del Perú. Y, aunque este es el
acontecimiento central, no podemos dejar de valorar el esfuerzo de todos los
que participaron en un proceso emancipador de aproximadamente 50 años, que se
inició en las últimas décadas del siglo XVIII y culminó en 1826, con la partida
de Simón Bolívar y el verdadero inicio de nuestra vida independiente. Peruanos
como Túpac Amaru y Micaela Bastidas, Francisco de Zela, los Hermanos Angulo o
Mariano Melgar sentaron las bases para un proceso que sería inevitable y que se
concretaría con la influencia de las corrientes libertadoras del sur y del
norte, ya que, lo que don José de San Martín inició, Simón Bolívar lo
consolidó.
Hay que recordar
que, cuando San Martín proclama la Independencia en Lima, gran parte del
territorio del Perú aún estaba bajo el control del Virrey José de La Serna,
quien, desde el Cusco, seguía dirigiendo los destinos de todos aquellos que se
oponían a la Independencia. Y es que hay que ponernos la situación de los
habitantes del virreinato, quienes veían a San Martín y su Ejército Libertador
como invasores, quienes querían imponer un régimen político que afectaría sus
intereses y estilos de vida, por tanto, se convertirían en los más leales
realistas. La mayoría de estos, de origen español o criollo de alta alcurnia,
brindarían todo su apoyo al virrey; es más, casi todo el sur, estaba contra la
Independencia, especialmente Cusco, Arequipa y Puno, verdaderos bastiones del
realismo en el Perú.
Fueron,
precisamente en esos lugares, donde fracasaron, tanto las tempranas rebeliones
armadas de Zela, Paillardelle o los hermanos Angulo, como las primeras
incursiones rioplatenses al Alto Perú. Al parecer, la independencia no era bien
vista por esos lares. Y ese fue el sustento para la tesis de Heraclio Bonilla y
Karen Spalding, en su polémico ensayo “La Independencia: Las palabras y los
hechos”, que tanto revuelo causó entre los políticos y los intelectuales
peruanos en pleno sesquicentenario de la independencia, ya que la idea central
era que nuestra independencia fue impuesta desde fuera y no buscada por los
propios peruanos.
Pero la
participación peruana en la independencia va mucho más allá de los
protagonistas que la historiografía y la política educativa nos ha hecho
conocer, esa historia centralista y patriarcal, que priorizó siempre los
acontecimientos limeños antes que los ocurridos en provincias, que priorizó el
protagonismo de los hombres de las clases altas, más aún si eran militares, que
a las clases medias y populares. La verdadera lucha la dio el pueblo peruano;
hombres y mujeres, mayormente anónimos, que entregaron hasta su vida por un
ideal. Indígenas, negros y mestizos, de todas las edades y sectores sociales,
fueron fundamentales para conseguir la victoria sobre los realistas.
Si fuera
totalmente cierto eso de que los peruanos no querían la independencia, no se
hubieran dado tantas muestras de rebeldía desde los primeros días de la
invasión española. Ahí tenemos los casos de los caudillos atahualpistas,
Quisquis, Calcochimac y Rumiñahui, quienes, siguieron pelando a favor de su
señor; pero si de resistencia indígena hablamos, no se puede dejar de mencionar
a la gran rebelión de Manco Inca, quien, en
los primeros días de la invasión ibérica, se sublevó contra Pizarro,
dándole dura batalla, a tal punto, que poco le faltó para tomar Lima y expulsar
a los barbados invasores, pero debido a las traiciones internas, su ingenuidad,
la llegada de refuerzos españoles y, por qué no decirlo, algo de mala suerte,
impidieron que cumpla su cometido. Después de su muerte a traición, la lucha la
continuaron sus hijos, Sayri Túpac, Tito Cusi Yupanqui y Túpac Amaru, conocidos
como “los Incas de Vilcabamba”, de los cuales, el último fue quien, en tiempos
del virrey Toledo, tomó el liderazgo de la rebelión, después de que sus
hermanos transaran su rendición. La muerte de Túpac Amaru fue tan icónica, que
poco más de dos siglos después, inspiraría al líder de la más grande rebelión
anticolonial de origen indígena, la de José Gabriel Condorcanqui, “Túpac Amaru
II”. Pero esta no fue la única; puesto que a lo largo del siglo XVII y sobre
todo, del siglo XVIII, en pleno contexto de las Reformas Borbónicas, se
produjeron decenas de insurrecciones indígenas, que tuvieron el mismo destino
de sangre que el gran cacique de Tungasuca, Surimana y Pampamarca.
A partir del
siglo XIX, serán los criollos quienes tomen la iniciativa de la lucha
anticolonial. En Lima, se organizaron conspiraciones en los principales centros
de formación intelectual de la capital como el convictorio de San Carlos, el
colegio de medicina San Fernando, el colegio de abogados y la universidad de
San Marcos, pero ninguna pudo concretar acciones debido al férreo control de la
autoridad realista, encarnada en el virrey José Fernando de Abascal. José de la
Riva Agüero, Toribio Rodríguez de Mendoza, Hipólito Unanue y Mateo Silva, son
solo algunos de los más destacados. Sin embargo, en el interior, la situación
era muy distinta. Las reformas impuestas por los borbones se sintieron más
fuerte en las provincias y las autoridades virreinales eran mucho más abusivas,
por lo que los peruanos tenían sobradas razones para estar descontentos con la
corona, así que, aprovechando que el control de las fuerzas virreinales era
menor, llevaron a cabo levantamientos armados en todo el interior,
especialmente en las intendencias de Cusco, Arequipa y Tarma, destacando las rebeliones
de Gabriel Aguilar y Manuel Ubalde
(Cusco, 1805), Francisco de Zela (Tacna, 1811), Juan José Crespo y Castillo
(Huánuco, 1812), Enrique Paillardelle y Julián Peñaranda (Tacna, 1813) y los
hermanos José, Vicente y Mariano Angulo (Cusco, 1814), secundados por Mariano
Melgar y Mateo García Pumacahua. Ninguna de ellas tuvo éxito y sus líderes
fueron encarcelados, deportados o ejecutados. De todas, merece destacarse la
gran rebelión del Cusco dirigida por los hermanos Angulo, por haber sido la de
mayor extensión territorial, pues se extendió hasta Arequipa y Huamanga, y
porque congregó a distintos sectores sociales. Es que no fue un movimiento
netamente criollo, sino que aglutinó a mestizos, indígenas, negros y hasta
miembros de la iglesia, representados por los clérigos Idelfonso Muñecas y José
Gabriel Béjar.
Y no podemos
dejar de mencionar a las grandes olvidadas de la historia, las mujeres, quienes
no tuvieron un rol pasivo y secundario, como la historia oficial nos hizo creer
por mucho tiempo, donde las únicas que destacaron con comprobado heroísmo
fueron Micaela Bastidas y María Parado de Bellido. Nada más lejos de la verdad.
La participación de la mujer peruana en la emancipación no fue exclusiva de una
clase social en particular, sino denominador común de todas las mujeres sin
importar su condición, no tanto en el campo de batalla, sino, más bien,
proporcionando provisiones y armas; como enfermeras, espías, compañeras. La de
mejor posición social lo hicieron con dinero. Cuando eran capturadas,
afrontaban con valentía su destino, llegando a morir muchas de ellas por la
causa emancipadora. Contrario a lo que podría creerse, ni las monjas se
mantuvieron al margen; los conventos también fueron focos de agitación
revolucionaria. La monja de la orden de La Encarnación, Juana Riofrío, que
mantenía correspondencia secreta con los patriotas es sólo un ejemplo.
Mujeres aún
menos conocidas, pero igual de importantes, son Tomaza Tito Condemayta y
Cecilia Túpac Amaru, partícipes de la gran rebelión túpacmarista. La criolla Brígida
Silva de Ochoa, hermana del rebelde Mateo Silva, mantenía en contacto a su
hermano con los patriotas presos en el cuartel Santa Catalina; Trinidad Celis, que
organizó la resistencia armada contra los realistas de Ayacucho. Además, están
las Toledo, madre e hijas, quienes salvaron de una derrota al patriota Arenales
en el valle del Mantaro cuando cortaron las sogas del puente de la Concepción,
impidiendo el paso de las tropas realistas del general Ricafort; Ventura
Ccalamaqui, quien con su prédica revolucionaria consiguió que los "Cívicos
de Huamanga" desistan de apoyar a los realistas para, por el contrario,
unirse a los patriotas.
Fueron tantas
las mujeres que lucharon activamente por la independencia, que no existe lugar
en nuestra patria donde no se rinda homenaje a una de estas valientes mujeres.
Aún menos conocidas son: Juana Toribio Ara, Juana de Dios Manrique, Tomasa Abad
y García Mancebo, Melchora Balandra, Petronila Arias de Saavedra, Francisca
Sánchez de Pagador, Josefina Sánchez, Manuela Estacio, las heroínas de Higos
Urco, además de Rosa Campuzano y Manuelita Sáenz, parejas sentimentales en el
Perú de los libertadores San Martín y Bolívar, respectivamente, cuyo rol ha
sido minimizado al de amantes y nada más, cuando podrían ser destacadas como
agentes de inteligencia y hasta de asesoras de sus famosas parejas. Algunas
fueron condecoradas por San Martín o Bolívar, pero el resto se mantuvo en el
anonimato. Recientemente se está reconociendo el papel de estas y muchas más
mujeres en las escuelas y la sociedad, incluso, el Banco Central de Reserva, les
ha dedicado algunas monedas conmemorativas a algunas de ellas.
Se necesita una
historia más inclusiva, que refleje la participación de toda la sociedad, no
solo en la Independencia, sino en todo el proceso histórico peruano.
Pero estamos en
el Bicentenario, así que, no se puede dejar de mencionar a sus dos grandes
artífices, los Libertadores. José de San Martín, iniciador de la fase
internacional de nuestro proceso emancipador. Militar rioplatense que después
de conseguir la independencia argentina y chilena vino al Perú para continuar
el proceso separatista sudamericano. Después de unas entrevistas fracasadas y
algunos enfrentamientos bélicos, logró proclamar la Independencia, primero en
Huaura y luego en Lima, quedándose a gobernar con el título de Protector.
Abolió la esclavitud de vientres y el tributo indígena, prohibió los castigos
corporales, cerró la inquisición y fundó la Biblioteca Nacional, además de
darnos los primeros símbolos patrios. Pero su suerte estaba echada, en parte,
debido a su insistencia por formar una monarquía constitucional en el Perú
independiente; forma de gobierno visionaria, pero incomprendida en la época.
Esto, junto a un congreso opositor y la destitución de Monteagudo, encargado
del mando mientras se encontraba reunido con Bolívar en Guayaquil, motivaron su
renuncia y partida del Perú.
El otro gran
protagonista es Simón Bolívar, militar venezolano, quien consolidó nuestra
independencia con sus victorias militares en las pampas de Junín y Ayacucho de
1824, consiguiendo su capitulación, tres años después de la proclamación hecha
por San Martín. Su labor como gobernante es muy distinta a la de San Martín,
haciendo, en muchos casos, todo lo contrario, como si quisiera borrar todo lo
hecho por el libertador argentino. En ese sentido, restableció la esclavitud, el
tributo indígena y su trabajo gratuito bajo el nombre de contribución
personal, así como los castigos corporales. Además, cerró el Congreso,
abolió las comunidades indígenas reconocidas por San Martín y repartió sus
tierras entre los oficiales de su ejército y hasta modificó los símbolos
patrios, quedando tal como los conocemos hoy en día. Hizo honor al título con
el que gobernó el Perú, el de Dictador. Tras su partida, en 1826, el Perú
empezó realmente su vida independiente, en medio de una gran inestabilidad que
durará gran parte del siglo XIX.
Hoy, el Perú
afronta su Bicentenario en medio de una crisis muy grande de carácter
sanitario, que ha repercutido en la economía, la sociedad y hasta en la
política, por lo que las celebraciones que con ansias esperamos tanto tiempo,
no podrán darse como es debido. No habrá desfiles, discursos conmemorativos, ni
fiestas multitudinarias, pero la alegría la llevaremos muy dentro de nosotros,
en nuestros corazones.
Grandes males
nos aquejan desde hace mucho tiempo: la
corrupción, la desigualdad, la pobreza, la delincuencia, la depredación de los
recursos, el daño al medio ambiente o la poca vivencia de valores democráticos.
Está en nosotros que esto cambie, porque, parafraseando al gran poeta César
Vallejo, “Hermanos, aún hay mucho por hacer”.
lunes, 8 de marzo de 2021
Migración Extranjera (1900)
LA MIGRACIÓN EXTRANJERA EN EL PERÚ DE LA DÉCADA DE 1900
Hacia 1857, gracias al auge de la explotación guanera, el 50% de la población limeña estaba conformada por extranjeros; pero debido a la crisis económica de 1872, a la invasión chilena de 1879, al consiguiente agotamiento de los depósitos guaneros y a la creación de fertilizantes químicos, la migración extranjera fue disminuyendo. Al iniciarse el siglo XX, cuando la economía peruana logró recuperarse, se reanimó la migración extranjera. Pese a esto, la tendencia a la disminución continuó. En 1908, los extranjeros que habitaban en Lima eran el 9.3% de la población y 7.1% en 1920, a diferencia del 18.6% que alcanzaron en 1876.
martes, 19 de enero de 2021
Visión Islámica de las Cruzadas
LAS CRUZADAS VISTAS POR LOS MUSULMANES
LA VISIÓN TRADICIONAL
Desde que nos enteramos de las
Cruzadas, nos han difundido la idea de una Guerra Santa y justa que los reinos
cristianos de Europa medieval emprendieron contra los musulmanes de Oriente que
había invadido Tierra Santa, impidiendo el peregrinaje de los cristianos europeos
a los santos lugares: una visión bastante simplista que hoy empieza a
ser cuestionada, pues ahora se les está abordando desde un punto de vista crítico.
Tradicionalmente se dice que
la caída de Jerusalén en manos de los árabes primero y de los turcos después,
fue la razón por la que se iniciaron estas guerras religiosas que duraron en
promedio 200 años. Pues resulta que los turcos, que eran islámicos radicales,
ya no querían que los cristianos europeos sigan llegando en peregrinación para
visitar lugares de tanta trascendencia religiosa como el Muro de los Lamentos,
la Iglesia del Santo Sepulcro, la Iglesia de la Sagrada Familia, la colina del
Gólgota, el Monte de los Olivos, el río Jordán, el Mar de Galilea, y otros lugares ubicados en Israel (Jerusalén,
Belén, Nazaret, etc), Siria y Jordania. Es que, en todos estos lugares vivieron
los personales bíblicos más venerados por las tres religiones monoteístas más
importantes del mundo: el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam, entre ellos
Abraham, Moisés, Jacob y Jesucristo, pero también Mahoma, para los musulmanes.
Fueron ocho cruzadas
realizadas en dos siglos. Cuatro se dirigieron a Tierra Santa, dos a
Constantinopla, una a Egipto y una a Túnez. La primera, conocida como la
Cruzada Popular, fue convocada por el monje Pedro el Ermitaño, pero al poco
tiempo se unieron varios de los nobles cristianos más importantes de Europa, en
la que fue conocida como la Cruzada Señorial. Fue la única que tuvo éxito en
recuperar Jerusalén, aún así, han sido presentadas como una gran aventura, con
grandes actos de heroísmo por parte de los monarcas y señores feudales, todo en
nombre de la Fe.
sábado, 9 de enero de 2021
DD.HH. Situación Actual
SITUACIÓN ACTUAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL MUNDO
Hoy en día casi todos los países del mundo han firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero eso no quiere decir que los derechos se respeten de verdad en todas partes. Hay muchos lugares del mundo en los que las personas no pueden expresarse con libertad, ni practicar su religión, ni tener un juicio justo, ni confiar en su seguridad personal, ni disfrutar de un trato igualitario. Especialmente graves son las violaciones de los derechos humanos de las mujeres, los niños y las personas indefensas. Por eso hoy en día sigue siendo importante denunciar los abusos y luchar para que los derechos de todas las personas se respeten en todo el mundo.
“Situación actual de los DDHH en el mundo” - César Prestel Alfonso, Recursostic.com.es
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ACTIVIDADES
1-Realiza un cuadro comparativo sobre la situación de los DD.HH. en el mundo
2-Realiza un juicio crítico sobre el tema