Si en el período de 1820 a 1842 el Perú aparece luchando, desangrándose, bajando y subiendo en un proceso de definición nacional, el período de 1842 a 1866, más o menos, y aun en años siguientes, se presenta caracterizado por el apogeo y, en medio del apogeo, por la prodigalidad. Con la fácil riqueza del guano y del salitre tuvo entonces el Perú todo lo que suele darse en los aristócratas acaudalados: cordialidad en el trato, generosidad en el gasto, abundancia en la dádiva, falta de cordura para ordenar los propios asuntos, despreocupa ción por el mañana. ¿Fue ello inevitable? Y aun si lo fue ¿podemos imaginar una trayectoria distinta? Un escritor francés escribió un ensayo titulado Napoleón venció en Waterloo, es lo que se llama la "ucronía". A la manera de él cabe soñar en una historia que pudo ser y no fue, en una historia imaginada pero verosímil, en una historia que contara lo que hubiese ocurrido si el siglo XIX peruano no hubiera sido (como en realidad fue) un siglo de oportunidades perdidas y de ocasiones no aprove chadas.
Supóngase que en los manuales de esa historia de lo que pudo haber ocurrido, se leyeran estas o parecidas palabras: "Durante los años anteriores a 1879 llegó a promulgarse una Constitución realista y útil y los asuntos del Estado dejaron de ser manejados empíricamente y comenzaron a ser tratados con criterio técnico. La hacienda pública reposó sobre un maduro plan tributario y el crédito externo del país pudo permitir cualquier operación de emergencia. El problema indígena fue abordado cuidadosamente y se elevaron el nivel de vida y la capacidad productiva del hombre peruano. La aptitud de crear, circular y consumir riqueza creció paulatinamente entre ellos. Hubo correlación silenciosa, continua y eficaz entre el 'país legal' y el 'país profundo'. El comando militar y la acción diplomática estuvieron al servicio de un coherente, definido y sistemático plan internacional. Dos nuevos blindados, el 'Mariscal Castilla' y el 'Dos de Mayo' llegaron de Inglaterra para incrementar la escuadra. Comisiones especiales estudiaron las características de la guerra franco-prusiana de 1870 y las lecciones de ella aprovechables en América del Sur. Una instrucción pública en creciente expansión se caracterizó por ser adecuada a las circunstancias del ambiente y por ser sana en sus esencias y sus virtualidades y por eso desde las aulas escolares y universitarias se fue fomentando el estudio constructivo del Perú".
Estas cosas y otras parecidas podrían haber dicho los manuales al hablar de la época anterior a 1879. Pregúntense, serena y lúcidamente, cuando estén a solas los peruanos, hijos o nietos o bisnietos de los hombres que lucharon en aquella guerra terrible, pregúntense con franqueza y sin mezquindades, con seriedad y sin acrimonia, sacudiendo con manos trémulas a la esfinge severa de la Historia: –¿Qué dirían, qué dirían esos manuales al llegar a 1879?
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