TÚPAC AMARU II, ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
En
esta oportunidad, voy a compartir un artículo que encontré en internet y que
suelo usar en mis clases. Lo voy a transcribir y, como ya es costumbre, mis
análisis estará en neegrita y cursiva. El artículo en cuestión fue publicado en
la página HAHR, Hispanic American Histórican Review, el 6 de junio del 2014 por
Sean Mannion. En él se criticaba un artículo publicado por Marta Meier Miró
Quesada en el diario El Comercio, donde se daban algunos postulados muy
peculiares.
Recientemente
en el diario El Comercio, la editora central Marta Meier Miró Quesada, publicó
un artículo titulado: “Túpac Mouse”. En este menciona la evocación del
presidente Ollanta Humala al gobierno revolucionario de Juan Velasco Alvarado a
propósito de la inauguración de algunas obras en Talara. A partir de esto,
desarrolla o expone unas ideas muy “singulares” sobre la figura de Túpac Amaru
II, símbolo del velascato. Veamos el artículo.
"El
presidente Ollanta Humala evocó al dictador Juan Velasco Alvarado y a Túpac
Amaru en la inauguración de las obras de la refinería de Talara. Algunos lo
tomaron como una amenaza sutil. No es para tanto. Veamos…"
Cuando se publicó este artículo, Ollanta Humala gobernaba el Perú desde el 2011. Como se recuerda, en su primera postulación, se había lanzado con un discurso más que radical, donde hablaba de cambio de Constitución, revisión de los contratos de las empresas transnacionales, control de precios y otras propuestas que hacían recordar el gobierno de Velasco -al cual Ollanta había dicho admirar- e incluso, se temía que, de llegar al poder, pudiera llevar al Perú por la senda de Venezuela, Bolivia o Cuba. Aquella vez perdió ante Alan, quien, a pesar de los anticuerpos que generaba por su primer mandato, se presentaba como la mejor alternativa ante el "peligro Humalista". Para su segunda postulación aprendió la lección. Dejó de lado el discurso socialista y ultranacionalista, para optar por una imagen más moderada y tirada a la derecha. Cambió el polo rojo que decía "Amor por el Perú" por una camisa blanca. Igual, el ceño fruncido y la mirada desafiante dieron paso a una mirada de niño bueno. Y no es que haya ganado porque la mayoría lo quisiese de Presidente, sino porque su contrincante en segunda vuelta -Keiko Fujimori- despertaba más anticuerpos que él. Esta vez le ligó.
"En la
década de 1920, en plena depresión económica norteamericana, el genial Walt
Disney creó a Mickey Mouse. Convirtió al ratoncito en un campeón del optimismo,
inmortal ídolo de diversas generaciones de niños, incluidos los del siglo XXI,
y en ícono global".
"Cuando
Fidel Castro necesitó marketear su revolución bananera usó una imagen del Che
Guevara, tomada por Alberto Díaz ‘Korda’. El Che había sido asesinado en
Bolivia (rojoides, lloren: todo indica que Fidel reveló su ubicación). Castro
convirtió la cara del argentino en su marca, un logo de odio e ineficiencia que
sigue dando la vuelta al mundo en polos, gorros, afiches y más. El dictador
Juan ‘Chino’ Velasco necesitó, también, un sello tipo Mickey o el Che; una
imagen que comunicara el cambio
prometido por su ‘rovolución’. Mitificó al mestizo y próspero
comerciante José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru II), lo graficaron como algo
parecido a una letra “A” con sombrero, y esa y otras imágenes suyas estaban en
todas partes. Y decretaron que era el
“fundador de la identidad nacional”, que
intentaron inventarse los militares".
Velasco se veía a sí mismo como un gran revolucionario, el único que se enfrentó a los grandes poderes nacionales e internacionales por defender los intereses del Perú y de los peruanos más necesitados. Para poder legitimizar su gobierno y darle un sustento histórico, buscó un personaje histórico que haya sido como él. Así es como apareció la figura de Túpac Amaru II, un caudillo del siglo XVIII, que en 1780 se alzó en armas contra el virreinato peruano. Lo tomó como símbolo de su gobierno y, desde ese momento, pasó a ser estudiado obligatoriamente en todos los colegios, se hicoeron canciones y poemas en su honor y hasta se le incluyó en la selecta lista de peruanos ilustres a los que se les ha dedicado un billete de circulación nacional.
"El
tupacamarismo invadió Lima: al salón Pizarro de Palacio de Gobierno se le
rebautizó salón Túpac Amaru, ubicando un inmenso cuadro que sigue allí. Los
textos escolares lo describían como un
semidiós. Velasco construyó una gran avenida de 22 kilómetros, una de las más
largas de Lima para unir el cono norte
con el centro. Obviamente la nombró Túpac Amaru. Dos grupos terroristas tomaron
ese nombre: el uruguayo Tupamaro, y el peruano MRTA (Movimiento Revolucionario
Túpac Amaru). Alice Faye Williams
bautizó Tupac Amaru Shakur a su hijo, un conocido rapero afroamericano que fue
asesinado. La señora Shakur fue parte de la célula terrorista Black
Panther, y acusada de participar en
atentados con bombas. El ‘sachaínca’ de Velasco inspiraba esa violencia".
Velasco quiso romper simbólicamente con el legado colonial y con los lazos de opresión en los que el país vivía. No solo mandó remplazar el cuadro de Francisco Pizarro por uno de Túpac Amaru y renombró en honor del caudillo indígena, la sala principal de Palacio, la misma que antes llevaba el nombre del invasor extremeño. Incluso se dice que mandó talar la higuera que Pizarro había plantado en el jardín interior de la casa de gobierno. Además de las obvias estatizaciones, se prohibieron las telenovelas, la música rock y los nombres extranjeros en los colegios. El retrato de Túpac Amaru creado por el artista Jesús Ruíz Durand, no solo se convirtió en el logo del SINAMOS, sino que pasó a representar al régimen en su conjunto hasta hoy. Tal fue el impacto de Túpac Amaru como luchador social, que los guerrilleros uruguayos (Tupamaros) y los subversivos peruanos del MRTA (Emerretistas) tomaron su nombre para autodenominarse. Algo muy criticado por muchos, ya que se está tomando el nombre del precursor para referirse a agrupaciones violentas, causantes de miles de mmuertos, cuando los que se quejan, no se dan cuenta que el hoy precursor, en su momento también fue considerado por las autoridades virreinales casi como un terrorista, causante de muchas muertes; de ahí que se le haya combatido con dureza y hasta crueldad.
"Túpac Amaru II fue en realidad un adinerado comerciante que vestía elegantemente, al estilo europeo, y reclamaba un título de nobleza inca pese a que, al parecer, fue hijo de un fraile (esto, según Alexander von Humboldt, quien investigó su rebelión). Fue “educado con algún esmero en Lima –escribe Humboldt–, y se volvió a las montañas después de haber solicitado en vano de la Corte de España el título de marqués de Oropesa, que lleva la familia del Inca Sayri-Túpac. Su espíritu de venganza lo condujo a sublevar los indios montañeses que estaban irritados contra el corregidor Arriaga”. Dijo no estar contra la corona sino contra el “mal gobierno” de los corregidores; luego se radicalizaría, pero su “rebelión” no cuajó y los propios indígenas se opusieron a él".
José Gabriel Condorcanqui Noguera (su verdadero nombre) era un curaca (o cacique, que es como los españoles llamaron a las autoridades indígenas americanas), descendiente de la nobleza incaica, por tanto, no era raro que haya reclamado para sí la herencia de un título nobiliario, el de Marqués de Oropesa, título reconocido por la corona española a los descendientes de Sayri Túpac, su antepasado por línea materna. Es más, su linaje incluía también a Manco Inca, Huayna Cápac, Túpac Yupanqui y al mismo Pachacútec. La autora habla de venganza. ¿Acaso insinúa que una de las razones de su levantamiento fue el que no le reconocieran el título al que aspiraba?.
Sobre su rebelión, tomando en cuenta lo que dice Scarlett O'Phellan, habría empezado como una revuelta, cuando ejecutó al corregidor Antonio de Arriaga, para luego pasar a una rebelión, con planes políticos que incluían no solo la eliminación de las reformas económicas que habían implementado los borbones -y que claramente lo perjudicaban- sino también, la separación política del Perú, pero bajo una mentalidad nativista y mesiánica, que no agradó a muchos. Se pensaba que de llegar al poder, apartaría a los criollos y hasta podría tomar venganza contra ellos, ya que muchos también eran grandes explotadores de indios. Pero muchos indígenas se pusieron en su contra también, entre ellos uno que también es reconocido como precursor de nuestra independencia, Mateo García Pumacahua (curaca de Chinchero) quien, discnforme con el rol subalterno que cumplía, traicionó a Túpac Amaru para ponerse a la órdenes -con todos sus indios y varios otros curacas leales al rey- del visitador Areche, que a la postre, sería el que derrotara la rebelión. Después de la derrota, se asimiló al ejército realista con el grado de Brigadier y posteriormente Coronel de Milicias, incluso fue condecorado por su decisiva participación en la derrota de Túpac Amaru. Tres décadas más tarde, corregirá su error al integrarse a la rebelión de los hermanos Angulo de 1814, bajo las órdenes de los criollos, paro tampoco
"El
pobre terminó desmembrado y su gesta generó épicos poemas, se lo usó como
figura reivindicadora del indio (a él, un elegante criollón) y acabó convertido
en un mito. Disney lo hubiera llamado Túpac Mouse y hoy, probablemente, sería
el héroe de la era de la comunicación. Como vemos, todo depende de quién
inventa la caricatura. Y Humala, felizmente, no ha inventado ninguna".
Ahora, pasaré a comentar la crítica que hizo al artículo en cuestión Sean Mannion.
Sin duda, se trata de un artículo provocador y controvertido sobre el pasado peruano. Vale la pena entonces hacer algunas precisiones históricas e interpretativas sobre este personaje.
La historiografía sobre Túpac Amaru es bastísima. Muchos son los autores nacionales y extranjeros que se han ocupado del caudillo del siglo XVIII. Desde los años 70s y por mucho tiempo, Carlos Daniel Valcárcel fue considerado la eminencia en Túpac Amaru II. Sus libros han estado vigentes por mucho tiempo, y todo aquel que escribiera un nuevo libro sobre el cacique de Tungasuca, obligatoriamente tenía que consultar a Valcárcel. Hoy, eso ha cambiado. Nuevas investigaciones y nuevas perspectivas han contribuido al desarrollo de nuevas interpretaciones, siendo el estadounidense Charles Walker, hoy por hoy, el mayor referente en cuanto al estudio del rebelde cusqueño. Otros que han publicados libros especializados en Túpac Amaru II y su gran rebelión son los peruanos Scarlett O'Phelan, Omar Aramayo, Juan José Vega, Raúl Asencio, Leopoldo Lituma, el polaco Jürgen Golte, el argentino Boleslao Lewin, el franco-mexicano Jean Meyer y la española María Luisa Laviana. Además, historiadores como Virgilio Roel, Pablo Macera, Luis Durand, Alberto Flores Galindo, Heraclio Bonilla, Peter Klarén y muchos más le han dedicado capítulos anteros en sus libros. Incluso autores como Julio Villanueva Sotomayor y Arturo Vergara Collazos han escrito sobre él.
LA GRAN REBELIÓN
Charles Walker señala
que existen básicamente tres interpretaciones del levantamiento
tupacamarista, estas serían las siguientes:
a) Movimiento precursor de la independencia (en el sentido anticolonialista)
b) Nacionalismo neo-inca (identidad inca / “tradiciones inventadas”)
c) “Viva el Rey” (tradición de negociación de derechos)
Estas interpretaciones son correctas tales como son presentadas, y evidencian además que en el levantamiento indígena más importante del siglo XVIII, confluyeron tanto factores ideológicos, como económicos y políticos. Es por ello que frente al opresivo régimen colonial, el poder de la aristocracia limeña y el gran impacto de las reformas borbónicas; Túpac Amaru esbozó un programa que el historiador Alberto Flores Galindo, resume del siguiente modo:
1.La expulsión de los españoles. No bastaba
suprimir los corregimientos y los repartos, debía abolirse la Audiencia, el
virrey y romper cualquier dependencia con el monarca español.
2.La restitución del imperio incaico. Fiel a
la lectura del inca Garcilaso, pensaba que podía restaurarse la monarquía
incaica, teniendo a la cabeza a los descendientes de la aristocracia cusqueña.
3.Introducción de cambios sustantivos en la
estructura económica: supresión de la mita, eliminación de grandes haciendas,
abolición de aduanas y alcabalas, libertad de comercio.
La rebelión de Túpac Amaru fue un movimiento protonacional que busco acabar con el antiguo régimen colonial. Charles Walker afirma que: “la invocación de José Gabriel al Rey de España, y la idea de erigirse en nuevo emperador no debe ser rebajada con calificativos de retrógrada o conservadora, pues resulta anacrónico el cuestionamiento de la naturaleza política del movimiento con el argumento de que no defendía algún tipo de plataforma republicana”. El autor añade: “en ese momento, casi una década antes de la revolución francesa, la idea republicana apenas si estaba incluida en el discurso político de los Estados Unidos (…) no existía una clara alternativa postcolonial: Túpac Amaru intentaba construir una”.
Con la promoción del gobierno militar, Túpac Amaru II pasó de ser un personaje histórico solo conocido por un reducido círculo de intelectuales, a ser no solo, el símbolo de la llamada revolución velasquista, sino también en el epónimo de la "raza peruana", en el símbolo de la peruanidad y en uno de los personajes más reconocidos de la historia nacional. Sobre sus motivos, ya mencioné que si bien, empezó como una protesta ante las reformas borbónicas, parece que progresivamente fue cambiando hacia la defensa de los interesas de la masa indígena, explotada por las autoridades coloniales. Quien sabe si esa experiencia vivida en Lima, tratando de hacer que le reconozcan el título nobiliario al que aspiraba, le hizo virar el objetivo de su posterior levantamiento. Posiblemente vio que para las autoridades españoles, él era un indio más, sin importar su cargo, su dinero o su linaje. Al fin habría conocido la realidad y eso le habría ayudado a tomar conciencia.
Sobre la idea de querer proclamar una 'monarquía neoincaica', era pues algo lógico. Empecemos porque en el siglo XVIII no se conocía en el mundo una forma de gobierno distinta a la monárquica. El debate internacional era sobre qué tipo de monarquía adoptaría un reino: absolutista (como en la mayoría de países de esa época) o parlamentaria (como en Inglaterra). La República era apenas una teoría propuesta por los filósofos de la Ilustración como Voltaire, Rousseau y Montesquieu. Por eso, no es de extrañar que el plan político del caudillo peruano haya sido una monarquía con tintes incaicos, donde él sería el emperador. ¿Habría utilizado el título de Inca? Posiblemente, no en vano, para lograr el apoyo de los indígenas cambió su nombre original de José Gabriel Condorcanqui por el del último inca de Vilcabamba, Túpac Amaru, hijo de Manco Inca, que después de ser derrotado, fue decapitado por órdenes del virrey Toledo. Al autonombrarse como el último inca rebelde, tácitamente se estaba presentando como la reencarnación de éste; el Inkarri, el salvador, que todos esperaban. Eso es lo que le da un carácter mesiánico a su rebelión.
Una duda que alguien podría plantearse es, ¿por qué no utilizó el nombre de Atahualpa, que fue el inca que gobernaba cuando Pizarro inició la invasión al Tawantinsuyo? Se cree que, habría visto la experiencia fallida de otro rebelde indígena, Juan Santos Atahualpa, quien usó el nombre del usurpador, no logró conseguir el apoyo que esperaba para rebelarse contra el virreinato. Lo que sostienen algunos historiadores como Medardo Purizaga, es que, el nombre de Atahualpa no tenía mayor significación entre los indígenas andinos, puesto que no lo reconocían como legítimo heredero, a diferencia de Túpac Amaru, que siendo hijo de Manco Inca,tenía linaje real. José Gabriel adoptó entonces el nombre de Túpac Amaru (conocido como Tupac Amaru II por los historiadores) y el pueblo lo siguió.
Si su insurrección fue tan grande, ¿por qué fue derrotada? Creo que no se le puede reducir a una sola causa. Tradicionalmente se dijo que la superioridad militar y estratégica del visitador Antonio de Areche fue la razón de su derrota, pero sería algo muy simple. La historia nos da muchos ejemplos de multicausalidad, ya que suele ser la confluencia de muchos factores lo que determina un acontecimiento histórico, más aún los hechos bélicos. Así que la llegada de Areche no es la única causa de su derrota. Los factores internos podrían haber tenido un mayor impacto, porque al ser un movimiento tan grande, era difícil controlarlos a todos, especialmente a los aymaras, quienes demostraron ser mucho más violentos que los quechuas, atribuyéndoseles muchos de los sucesos vilentos de la rebelión. Actos violentos que terminaron por generar temor entre los criollos y mestizos, que en un momento sintieron simpatía por Túpac Amaru y que ahora apoyaban a las fuerzas realistas. La masacre de Sangarará habría sido la razón de tal cambio. Además, tenemos la traición de varios curacas, como Pumacahua, que se unieron a las tropas de Areche.
Coincidentemente
la historiadora Cecilia Méndez en una entrevista reciente ha indicado que: “la
historia hegemónica y las narrativas actuales han desaparecido a Túpac Amaru
del discurso de la independencia, que se cuenta como si fuera obra de los
criollos. Es interesante ver que el héroe oficial se ha convertido en
proscrito, a pesar de que todavía existe una pintura de Túpac Amaru en el
Palacio de Gobierno, y de que hay una resurrección de su imagen en el ámbito
popular”.
El gobierno de Juan Velasco Alvarado, fue un periodo de nacionalismo militarista, que generó a su vez una nueva narrativa histórica nacional, una de corte indigenista, popular y reivindicativa. Si bien es cierto Túpac Amaru no ocupa el lugar central de antaño; no es un personaje menor en el imaginario histórico vigente, ya sea en las escuelas, así como en la esfera política. Lastimosamente el odio y rencor hacia el reformismo de izquierda encarnado en Velasco se ha proyectado en el rebelde cusqueño, como se evidencia en el artículo citado al inicio de este texto.
La
historia es un instrumento político del nacionalismo, así como también lo es
para los grupos conservadores u oligárquicos. Túpac Amaru no puede verse bajo
los anteojos de la derecha e izquierda política, sino bajo la mirada reflexiva
y crítica de la historia.
¿Con qué acontecimiento inicia nuestro proceso emancipador? Eso es algo que ha despertado polémica por varios años. Y eso ha influido también para que el 2021 se haya conmemorado el bicentenario de nuestra independencia, a diferencia de la mayoría de nuestros países vecinos, quienes la lograron casi por el mismo tiempo que nosotros, pero que celebraron su bivcentenrario entre el 2009 y el 2010, y es que no tomaron en cuenta la fecha exacta de su proclamación pública (que acá la hizo San Martín un 28 de julio de 1821), sino que tomaron en cuenta el inicio de su lucha emancipadora, mayoormente con la formación de sus respectivas juntas de gobierno. En nuestro caso, si consideramos a la rebelión de Túpac Amaru II como el inicio de la lucha emancipadora, entonces se debió celebrar el bicentenario en 1980, pero, como se dice en el artículo, muchos consideran la independencia como un producto meramente criollo, por lo tanto, la insurrección de Túpac Amaru y todos los levantamientos indígenas quedan fuera. Una injusticia.
Sin
duda alguna, la señora Marta Meier Miró Quesada, no aporta nada en ubicar
históricamente a Túpac Amaru II, y sólo alienta, las viejas divisiones y
rencores político-sociales de antaño.
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FUENTES:"El verdadero rostro de Túpac Amaru" - Leopoldo Lituma Agüero
"La gran rebelión de Túpac amaru" - Canal Encuentro
"Túpac Amaru" - Sucedió en el Perú
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