jueves, 27 de octubre de 2022

El mito de Amaru

 EL MITO DE AMARU



"En tiempos remotos, el actual valle de Jauja o del Mantaro estaba cubierto por las aguas de un gran lago en cuyo centro sobresalía un peñón llamado Wanka, sitio de reposo del AMARU, monstruo imponente y abominable con cabeza de llama, largos cuernos de taruka o venado andino, dos pequeñas alas y cuerpo de batracio que termina en una gran cola de serpiente. Más tarde, el TULUMANYA (El Arco Iris) engendró en el lago otro Amaru para compañero del primero y de color más oscuro; este último nunca llegó a alcanzar el tamaño del primero, que por su madurez había adquirido un color blanquizco. Los dos monstruos se disputaban la primacía sobre el lago, cuyo peñón, aunque de grandes dimensiones, o alcanzaba ya a dar cabida para su reposo a los dos juntos. Estas frecuentes luchas, por cuya violencia se elevaban a grandes alturas en el espacio sobre trombas de agua, agitando el lago, el Amaru grande perdió un gran pedazo de su cola al atacar furioso al menor.

Enfurecido, el dios WIRACOCHA descargó sobre ellos una tempestad, cuyos rayos mataron a ambos, que cayeron desechos con diluvial lluvia sobre el ya agitado lago, aumentando su volumen hasta romper sus bordes y vaciarse por el sur. Cuando así húbose formado el valle, salieron lanzados del Warina o Wari-puquio (que proviene de las palabras Wari, ”escondrijo no profanado que guarda alguna cosa o ser sagrado”, y Puquio, “manantial”), los dos primeros seres humanos, llamados Mama y Taita, que hasta entonces habían permanecido por mucho tiempo bajo tierra por temor a los Amarus. Los descendientes de esta pareja construyeron, más tarde, el templo de Wariwillka, cuyas ruinas existen todavía.

Hoy, es creencia general entre los Wankas, que el Amaru es la serpiente que, escondida en alguna cueva, ha crecido hasta hacerse inmensa, y aprovechando los vientos que se forman durante las tempestades intenta escalar al cielo, pero es destrozado por los rayos entre las nubes; y según sea blanca (Yurak Amaru "serpiente blanca") o negra (Yana Amaru 'serpiente negra), la figura del Amaru en el cielo presagia un buen o mal año".`

Existe otra versiòn de la leyenda que reza asì:

"Hace muchísimos años, una terrible sequía se extendió por las tierras de los quechuas. Los líquenes y el musgo se redujeron a polvo, y pronto las plantas más grandes comenzaron a sufrir por la falta de agua. El cielo estaba completamente limpio, no pasaba ni la más mínima nube, así que la tierra recibía los rayos del sol sin el alivio de un parche de sombra.

Las rocas comenzaban a agrietarse y el aire caliente levantaba remolinos de polvo aquí y allá. Si no llovía pronto, todas las plantas y animales morirían. En esa desolación, sólo resistía tenazmente la planta de qantu, que necesita muy poca agua para crecer y florecer en el desierto. Pero hasta ella comenzó a secarse. Y dicen que la planta, al sentir que su vida se evaporaba gota a gota, puso toda su energía en el último brote que le quedaba.

Durante la noche, se produjo en la flor una metamorfosis mágica. Con las primeras luces del amanecer, agobiante por la falta de rocío, el brote se desprendió del tallo, y en lugar de caer al suelo reseco salió volando, convertido en COLIBRÌ. Zumbando se dirigió a la cordillera. Pasó sobre la laguna de Waqracocha mirando sediento la superficie de las aguas, pero no se detuvo a beber ni una gota. Siguió volando, cada vez más alto, cada vez más lejos, con sus alas diminutas. Su destino era la cumbre del monte donde vivía el dios Waitapallana.

WAITAPALLANA se encontraba contemplando el amanecer, cuando olió el perfume de la flor del qantu, su preferida, la que usaba para adornar sus trajes y sus fiestas. Pero no había ninguna planta a su alrededor. Sólo vio al pequeño y valiente colibrí, oliendo a qantu, que murió de agotamiento en sus manos luego de pedirle piedad para la tierra agostada.

Waitapallana miró hacia abajo, y descubrió el daño que la sequía le estaba produciendo a la tierra de los quechuas. Dejó con ternura al colibrí sobre una piedra. El dios, completamente afligido, no pudo evitar que dos enormes lágrimas de cristal de roca brotaran de sus ojos y cayeran rodando montaña abajo. Todo el mundo se sacudió mientras caían, desprendiendo grandes trozos de montaña. Las lágrimas de Waitapallana fueron a caer en el lago Waqracocha, despertando a la serpiente Amaru. Allí, en el fondo del lago, descansaba su cabeza, mientras que su cuerpo imposible se enroscaba en torno a la cordillera por kilómetros y kilómetros:

‘Alas de águila tenía, que podían hacer sombra sobre el mundo. Cola de pez tenía, y escamas de todos los colores. Cabeza llameante tenía, con unos ojos cristalinos y un hocico rojo. El Amaru salió de su sueño de siglos desperezándose, y el mundo se sacudió. Elevó la cabeza sobre las aguas espumosas de la laguna y extendió las alas, cubriendo de sombras la tierra castigada.

El brillo de sus ojos fue mayor que el sol. Su aliento fue una espesa niebla que cubrió los cerros. De su cola de pez se desprendió un copioso granizo. Al sacudir las alas empapadas hizo llover durante días. Y del reflejo de sus escamas multicolores surgió, anunciando la calma, el arco iris. Luego volvió a enroscarse en los montes, hundió su luminosa cabeza en el lago, y volvió a dormirse.

Pese a la muerte del colibrí, su misión había sido cumplida, dejando aliviados a los quechuas, que veían reverdecer su imperio, alimentado por la lluvia, mientras descubrían nuevos cursos de agua, allí donde las sacudidas de Amaru hendieron la tierra.

Y cuentan desde entonces, a quien quiera saber, que en las escamas del Amaru están escritas todas las cosas, todos los seres, sus vidas, sus realidades y sus sueños. Y nunca olvidan cómo una pequeña flor del desierto salvó al mundo de la sequía".







miércoles, 26 de octubre de 2022

El mito de Supay

 EL MITO DE SUPAY

 


“Se dice que entre las divinidades andinas existía SUPAY (Supaya), un ser maligno y despreciable, que gustaba de sacrificar niños para mantenerse feliz. Tenía una apariencia aterradora: Cabeza de jaguar (o puma), con largos cuernos, dientes afilados y ojos penetrantes, con cierto parecido a los demonios, aunque, también tenía la facultad de cambiar de apariencia a voluntad, pudiendo aparecerse como una bella mujer o un atractivo varón. De igual forma se podía transformar en cualquier animal que deseara. Algunas veces se aparece como un niño perdido, como árbol terrorífico o como peligroso remolino. A veces, y sólo para confundir, puesto que vive en la mentira, viste como un pobre hombre que se sirve de cueros de llamas para soportar el frío. También se lo ha visto como un viejo que gusta de filosofar por el campo, o como un hombre andrajoso y sucio. Algunas veces se le vio desafiando a los viajeros a un duelo, llevándose las almas de los que perdían ante él.

Aparezca de una u otra forma, es el causante de las sequías, maleficios, inundaciones o de las pestes que asolan la región. Sus apariciones vienen precedidas por el ruido de un gran trueno, y se dice también que cuando llega, tras de él surge un intenso olor a azufre con el que impregna todo el aire.

En todo caso, siempre está pendiente de traer consigo el mal, la desesperanza y el infortunio. Además, puede advertirse su presencia cercana por el inconfundible olor a azufre.

Supay tenía todas las riquezas del mundo, ya que tenía las minas de uranio, plata y oro, teniendo el poder de transformar la mina más vacía o con menos cantidad de metales en la más valiosas y ricas del lugar o la mina de oro en lodo. Supay tenía un olor pestilente muy parecido al azufre. Él también es señor y amo del mundo subterráneo (Uku Pacha), ya sea bajo la superficie terrestre o del mar, donde convive con los seres de la oscuridad. De igual forma él tenía la capacidad de provocar desastres naturales desde inundaciones y maremotos hasta la erupción de los volcanes.

Como Supay es el dios de la muerte es uno de los más temidos por el pueblo inca, puesto que se decía que las personas que intentaban burlarse de él o que no le mostraran el más mínimo respeto corrían verdaderamente peligro, aunque algunas versiones del mito lo señalan como una molestia menor.

Sin embargo, había personas que le tenían respeto y creían tanto en él que le rendían culto a través de oraciones, creación de altares, ritos y ofrendas, con la finalidad de que les concediera deseos o favores.

Así mismo detrás de tanta maldad Supay, llegaba ser bueno al final de los días para aquellos que aguardaban su muerte, lo que hacía que los incas creyeron desde tiempos de antiguos, que el dios Supay era un ser que equilibraba esa balanza entre el bien y el mal, además de darle sentido de que siempre habrá maldad, pero no la suficiente".




____________________________________

El Mito de Supay es una adaptación de "De Adaneva a Inkarri" de Alejandro Ortiz Rascaniere, "Mitos y leyendas del Perú", tomo 2, de César Toro Montalvo y "Supay, diablo del sur" de Antonio Ceniza.








martes, 25 de octubre de 2022

El mito del Arco Iris

 EL MITO DEL ARCO IRIS



“En una época que se pierde en la memoria de los viejos, Pisaq, ‘la gran ciudad de las perdices’ del Cusco antiguo, tuvo un dios cautivo, el temible WANK’AR K’UICHI (CUYOCHI). Su hermoso rostro estaba grabado con fuego en la roca, y hablaba, diciendo terribles oráculos (vaticinios) que solo anunciaban terribles desgracias futuras. Alguna deidad más poderosa que él lo había aprisionado en la piedra, atemorizando y encogiendo el corazón de los hombres, que vivían y morían viendo resplandecer su maléfico rostro, rodeado de fulgurantes llamas de colores.

Un día, el arco iris rompió su cárcel de roca y, desde entonces, camina por el cielo (Hanan Pacha) y la tierra (Kay Pacha) haciendo daño a todo el mundo. Es un dios muy voluble, que oculta un espíritu torvo tras su engañosa y traidora belleza. Se presenta de diferentes maneras y sus nombres varían de acuerdo a su forma, a sus colores y a su sitio de origen.

El WANK'AR K'UICHI, dice, tienen en su forma natural, el porte de un gigante, más alto que los árboles, lleva montera redonda de niebla, mira por un solo ojo como los cíclopes y circunda los pedregales. El KULOR K'UICHI, es como un puente semicircular que se tiende sobre un manante y otro, abraza el estómago y envenena a los animales que toman su agua. El PHUYU K'UICHI, tiene tres colores, negro, plomo y amarillo, y cuelga sobre los pantanos del vientre de una nube plomiza. Si algún mortal (runa) lo mira cuando comienza a levantarse, entra en su cuerpo y lo mata. El PUQYU K'UICHI, ama a las doncellas (warmis) y tiene hijos con ellas si las sorprende en la pampa, pero da muerte a las mujeres embarazadas porque es celoso. El PARA K'UICHI es hembra y macho a la vez. Su arco es de cinco colores: Rojo, amarillo, azul, verde y morado. Se levanta sobre los ríos y lagunas (cochas) en señal de que va a llover. El INTI COMETA, es uno de los pocos arco iris benéficos. Encierra al sol en sus siete anillos de colores y abre las puertas del cielo con llave de ro para que salga la lluvia. En cambio, el USA K'UICHI, que es azul y el YURAQ K'UICHI, de color blanco, que nace en la laguna Tirachaka, se beben toda la lluvia, hasta secar el cielo.

Los runas del campo, de la región de Chinchero (Cusco), respetan al dios, hijo de la lluvia y de la luz, que camina tanto por el cielo como por los montes. No se puede mirar directamente al K'uichi sin taparse la boca, dicen, porque pudre los dientes . Ni se puede señalarlo con el dedo porque carcome los huesos. El arco iris es muy enamoradizo y se presenta ante las pastoras como un joven mozo que al cabo las seduce. Aparece entre las nubes de vapor que se elevan como aliento de la tierra, que respira después de la lluvia.

En la región del centro, en el valle del Mantaro, el arco iris es llamado TULUMANYA, creador del valle de Jauja. Según la leyenda, el valle de Jauja antes era una laguna. Tulumanya, un día bajó del cielo a contemplar su belleza en el limpio espejo de sus aguas. Pero ella (la laguna) que era mujer, enturbió a propósito sus aguas, celosa de la belleza del dios. Poseído por la cólera, Tulumanya se rasgó el pecho y de su corazón salió el AMARU, gigantesca serpiente que hizo mucho daño a los pueblos cercanos. El rayo, la lluvia y el viento se encargaron de matarla y las  últimas convulsiones, cayó, dando feroces coletazos en la laguna, que asustada, rompió sus diques y escapó arrastrando cuanto encontró a su paso. En su lugar quedó un ancho y luminoso valle, que poco a poco, se fue poblando.

En Otuzco (La Libertad), lo conocen también como un galán irremediable. enamora a las mujeres y luego las abandona dejándolas embarazadas. Si quiere, puede concederles la vida eterna, convirtiéndolas en puquial o en piedra. Se dice también, que por su vanidad, el padre de los dioses (Viracocha) y desde entonces, se arrastra por el suelo antes de perder su frágil belleza.



___________________________

Mito extraído de "El Muki y otros personajes fabulosos" de Alfonsina Barrionuevo.






El mito de Pachamama y los Willkas

 EL MITO DE PACHAMAMA Y LOS WILLKAS


El dios del Cielo, PACHACÁMAC, esposo de la Tierra, PACHAMAMA, engendró dos hijos gemelos, varón y mujer, llamados WILLKAS. El dios Pachacámac murió ahogado en el mar de Lurín y se encantó en una isla; por este hecho, quedó viuda la diosa Pachamama y sufrió con sus hijos muchas penalidades. Era una noche interminable cuando la viuda salió y descansó al pie de la roca Pumaqhihuay. Sobre las altas cumbres acechaban monstruos horrendos; los felinos hambrientos rugían en el fondo de la quebrada. Llenos de terror, los willkas lloraban inconsolables.

La luz leve de una llama lejana que brillaba entre los picachos llenó de esperanza a la madre, quien, con sus hijos se dirigió hacia ella. Los willkas no sabían que su padre había muerto, así que le dijeron a la madre: “Vamos pronto al sitio donde arde la llama y allí encontraremos a nuestro padre”. No podían saber que la llama, que tanta esperanza les daba, no había sido encendida por su padre, sino por WA-KON (Waqon), que habitaba en la cueva de Wakonpahuain y representaba a la noche infinita.

Cuando llegaron a la cueva, encontraron cocinando una sopa de papas a Wa-Kon, quien les invitó a pasar. Luego, dirigiéndose a los mellizos, les dice: “Vayan al puquio y tráiganme agua en este cántaro”. Los niños obedecieron, pero como la vasija que les dio Wa-Kon estaba rajada, la vasija nunca se llenaba, por lo que demoraron mucho en regresar a la caverna. En ella, Wa-Kon había tratado de seducir a la madre, pero como esta -que era fiel a su esposo fallecido- no cedió a las proposiciones del hombre misterioso, éste la devoró. El maligno Wa-Kon se alimentó de la carne y la sangre cocidas de la diosa y guardó el resto en una gran olla de barro.

Cuando los niños llegaron a la cueva, al no ver a su madre, preguntaron a Wa-Kon por su paradero, pero este les dijo que había ido muy lejos, pero que pronto volvería, así que debían quedarse con él mientras ella regresaba. Más, los días pasaban y no había noticias de Pachamama. Los niños lloraban amargamente la ausencia de su madre. Compadeciéndose de los afligidos niños, el Huay-chau, ave que anuncia la muerte, les cuenta a los willkas, con lujo de detalles, lo que le había ocurrido a su madre y les advierte que debían abandonar la cueva, pues corrían un gran peligro. Pero antes debían asegurarse que no los persiga, por eso les dijo que aprovechen que en ese momento estaba dormido y que le atasen sus largos cabellos a una piedra larga que estaba cerca y que huyan. Y así lo hicieron.

Mientras huían vertiginosamente, se encontraron con el AÑÁS, la madre de los zorrillos (o añacos), quien les preguntó dónde iban tan presurosos. Ellos le contaron lo sucedido y decidió adoptar a los dos huerfanitos, como si de sus nietos se tratara, y los escondió en su madriguera.

Cuando Wa-Kon despertó, le costó librarse de las ataduras, y al no ver a los willkas, salió a buscarlos, preguntando a todo animal con el que se encontrase. Se encontró sucesivamente con el Puma, el Cóndor y el Amaru, pero ninguno los había visto. Luego se encontró con el Añás, quien le dijo que los había visto correr hacia un cerro cercano, por lo que, si se daba prisa, los encontraría. Wa-Kon hizo lo que le dijo la astuta protectora de los mellizos Wa-Kon se fue presuroso. Cuando llegó a la cima de la montaña, pisó una piedra desprendida intencionalmente por la madre adoptiva, de modo que cayó por el precipicio. Su muerte fue seguida de un espantoso terremoto. Así, los niños quedaron bajo el cuidado de la Añás, quien les alimentaba con su sangre. Cuando se cansaron de beberla, le pidieron permiso para ir al campo por unas papas. En el camino encontraron una oca dulce, que, por su forma de muñeca, la usaron para jugar, pero se rompió, por lo que los willkas rompieron en llanto. Lloraron tanto, que se quedaron dormidos. Al rato despiertan y se dirigen a su madriguera, pero en el camino cae una soga ‘huáscar’ que queda suspendida en el cielo. La Añás les aconsejó que subieran por ella. En la cima, en el cielo, se encontraba su padre, Pachacámac, quien los había estado viendo y decidió llevarlos consigo.  El willka varón se convirtió en el sol y la willka mujer, en la Luna, pero la vida de peregrinación que llevaron en la tierra nunca terminó. El Sol seguirá su viaje astral, enviando su luz en el día, y la Luna, durante la noche, caminará iluminando el sendero que les tocó recorres acompañados de su pobre madre viuda. La diosa Pachamama, fue encantada y transformada en un cerro cubierto de nieves perpetuas, que hasta ahora recibe el nombre de ‘LA VIUDA’.

El dios Pachacámac, queriendo premiar la fidelidad de Pachamama, a él y a sus hijos, le otorgó capacidad generadora de vida. Por ella es que el dios del cielo envía sus lluvias, fertilizando la tierra, haciendo brotar las plantas; por ella, los animales nacen y crecen para servir de sustento al hombre. Pachamama no solo es la madre de los mellizos willkas, sino también, de los hombres, los animales y las plantas. Premió también Pachacámac, a la Añás, permitiéndole criar y esconder a sus hijos en una madriguera similar a aquella en la que protegió a los willkas. Premió también al Puma, haciéndolo el rey de las quebradas y los bosques, al Cóndor, como el señor de las alturas y a la serpiente, haciendo que esta pudiera defenderse de sus enemigos por medio de su ponzoña y fuese el símbolo de la fertilidad y la riqueza.

Con el reinado de los willkas convertidos en semidioses -el sol y la luna- triunfó la luz sobre la oscuridad, es decir, sobre Wa-Kon, vengando se de esta manera, la muerte de su madre, la Pachamama, la Viuda.

 

____________________________________

El Mito de Pachamama y Wa-Kon ha sido adaptada de la obra de Alejandro Ortiz Rascaniere “De Adaneva a Incarri”.






sábado, 22 de octubre de 2022

El mito de Cuniraya y Cavillaca

EL MITO DE CUNIRAYA Y CAVILLACA


“Según algunos mitos prehispánicos, en la costa central vivía la princesa-diosa CAVILLACA (Cahuillaca, según algunos autores), que al ser muy hermosa, era pretendida por todos los dioses de la región, pero ella siempre los rechazaba. Sin haber permitido que ningún hombre la tocara, se recostó a la sombra de un árbol de lúcumo negro para hilar, quedándose pronto dormida.

CUNIRAYA, era un dios poderoso que gustaba de vestir harapos. Se había enamorado perdidamente de Cavillaca y, transformándose en ave, se posó sobre el lúcumo e introdujo su semen en uno de sus frutos, el cual dejó caer delante de la princesa-diosa, quien ve la fruta al despertarse y muy contenta, se la come, quedando inmediatamente embarazada, sin haber tenido contacto con ningún hombre. A los nueve meses nació un niño, al cual crió sola durante un año, deseando siempre conocer al padre. Así es como Cavillaca convoca a todos los dioses de la región, quienes acudieron con sus mejores galas, esperando que la princesa escoja a alguno de ellos como esposo. Entre ellos se encontraba de incognito, Cuniraya, vestido como mendigo.

La diosa interrogó de forma grupal e individual a los pretendientes para averiguar la paternidad de su hijo. Al mendigo ni lo tomó en cuenta. Como nadie reconocía la paternidad de su hijo, ésta puso al bebé en el piso, advirtiendo que aquel al que se acercase el bebé sería considerado como el padre. El bebé gateó así en dirección al mendigo, que lo cargó alegremente en brazos. Cavillaca se horrorizó ante tal escena, pues no podía creer que hubiese tenido un hijo con un harapiento piojoso que no era de su condición. Apartó al niño de los brazos de su padre y se fue corriendo; ni paraba para descansar, ni volteaba su rostro para mirar atrás. Si así lo hubiera hecho, se habría dado cuenta que era seguida a lo lejos por Cuniraya, que había dejado el traje de mendigo para vestir lujosamente, con la esperanza de ser visto  y aceptado por Cavillaca, ero esto nunca pasó.

Cavillaca corría a tal velocidad con el niño en brazos que Cuniraya la perdió de vista, por tal motivo, preguntaba desesperado a cada animal que se encontraba en el camino. Mamíferos, aves, reptiles eran interrogados por el dios, quien  premiaba a los que lo alentaban en su búsqueda y castigaba a quienes se mostraban pesimistas.

Por el camino se encontró con un CÓNDOR, al que preguntó si había visto a Cavillaca, a lo que este contestó que estaba cerca y que habría de encontrarla, por lo que el dios lo bendijo con su reinado en los cielos, larga vida y abundante carne de animales, de la que se alimentará luego de la muerte de éstos. Aquel que lo matara, también habría de morir. Cuando le preguntó lo mismo a un ZORRINO, este le dijo que se hallaba demasiado lejos y que nunca la encontraría, maldiciéndole Cuniraya con nauseabundo olor, que lo obligará a salir de noche, para no recibir el odio y desprecio de la gente.

A un PUMA que se encontró en el camino y que le dio ánimos para encontrar a su amada, lo bendijo con el amor de los hombres, que lo adorarán y festejarán con cantos en su nombre, colocándose su cabeza sobre la propia. Lo bendijo, además, con abundantes llamas de ‘hombres culpables’ para su alimentación. El ZORRO con el que se cruzó después le dijo que nunca la encontraría, por lo que fue castigado a ser odiado y perseguido por los hombres, que no se conformarán con matarle por placer, sino que pisarán su cuerpo y lo maltratarán.

Se encontró luego con un HALCÓN, que le aseguró su pronta reunión con la hermosa Cavillaca, por lo que fue beneficiado con el amor y adoración de los hombres, que le ofrecerán llamas, cantos y bailes, y si muriera o lo matasen, lo pondrán los hombres sobre su cabeza y ahí hermosamente estará.  Le dio, además, felicidad y abundantes aves para cazar y comer. A un LORITO negativo lo castigó volviéndolo parlanchín y gritón, por lo que tendría que huir caminando de los hombres que odien el escándalo que este hará. Igual suerte tuvo una SERPIENTE que, por darle la contra, la condenó a vivir arrastrándose para escapar de los hombres que quisieran matarla.

Basándose en las indicaciones brindadas por los animales generosos, logra divisar a lo lejos a su amada, quien a pesar de escuchar el eco de la voz de Cuniraya llamándole, sigue su camino sin voltear la mirada, dirigiéndose hacia el mar frente a las costas de Lurín, donde se levantaba el santuario del dios Pachacámac, adentrándose en él diciendo ‘Por haber parido un hijo inmundo de un hombre despreciable, voy a desaparecer’, y así, apenas tocaron el agua del mar, madre e hijo se convirtieron en los islotes que se encuentran frente al santuario. La isla más grande viene a ser Cavillaca y la más pequeña, su hijo,

Algunas leyendas complementarias narran que Cuniraya, desconsolado y furioso, descarga toda su ira sobre la diosa URPAYHUACHAC -esposa del dios Pachacámac- destruyendo el estanque que se encontraba al interior del templo, donde la diosa criaba los peces, que fueron arrojados por el furioso enamorado al mar, el cual, desde ese momento cobró vida. Aparentemente, Cuniraya habría dado muerte a Urpayhuachac, por lo que Pachacámac le habría arrancado inmediatamente la vida”.

 

_______________________________________________________

Mito recogido por el cronista español del siglo XVI, Pedro de Ávila, en 1538. Versión adaptada de las obras: “Manual de arqueología peruana” de Federico Kauffmann Doig y “De Adaneva a Incarri° de Alejandro Ortiz Rascaniere.







El mito de Viracocha

 EL MITO DE VIRACOCHA



“Cuentan las historias que el dios VIRACOCHA PACHAYACHACHI decidió enviar a las aguas del cielo para que inunden la tierra, destruyéndola con todos sus habitantes, guardándose a tres hombres para que le sirviesen y le ayudasen a criar a las nuevas personas que habría de crear nuevamente cuando acabe el diluvio y las aguas vuelvan a su nivel normal. Una vez que la tierra estuvo seca, ordenó a los hombres recién creados  salir de las entrañas de la tierra -la Pachamama- lugo se dirigió con sus criados a la región del Collao, donde existe un gran lago con una gran isla en el centro llamada TITICACA, desde donde mandó a que salgan el sol, la luna y las estrellas, para que fuesen al cielo –el Hanan Pacha- para alumbrar al mundo. Se dice que el dios Viracocha creó a la luna con más brillo que el sol, quien por envidia, arrojó un puñado de ceniza a la cara de la luna cuando iban subiendo al cielo, quedando oscurecida, del color que ostenta actualmente.

Uno de sus criados llamado TAGUAPACA, no quiso obedecer las órdenes del dio Viracocha, quien molesto, ordenó a los otros criados que lo atasen de pies y manos, arrojándolo después en una balsa al lago Titicaca, que con sus aguas lo arrastró por el río Desaguadero, mientras maldecía y juraba regresar para cobrar venganza contra Viracocha y no se supo qué pasó con él por mucho tiempo.

Tiempo después el dios creó una huaca (lugar sagrado) en el lago, como recuerdo de los que había creado y que luego había destruido, para después dirigirse a tierra firme con sus criados, a un lugar conocido como TIWANAKU, mientras que sus sirvientes viajaban por diferentes caminos de la costa y la sierra, despertando a los hombres de las entrañas de la Pachamama, para que pueblen el mundo.

Así, paso a paso, Viracocha viajaba por el mundo que había ordenado haciendo sus obras e instruyendo (léase ‘civilizando’) a los seres humanos, junto a sus criados. Llega a la costa, el lugar donde ahora se encuentra Puerto Viejo (Cañete), donde se metería en las profundidades del mar, no sin antes advertirle a los hombres que no hagan caso a falsos hombres, que les dirán que eran ellos Viracocha, el mismísimo ‘creador’. Prometió, además, que algún día ha de regresar  y que sus criados volverán antes para acompañarlos y enseñarles más cosas, preparándoles para esperar su regreso. Dicho esto, Viracocha -que era un hombre blanco, brillante de pelo y barba, que vestía de blanco y llevaba un báculo y un ‘libro’ en la mano, se metió con sus criados en el mar, caminando por sus aguas sin hundirse. Precisamente por eso es que los hombres la llaman ‘Viracocha’, que significa ‘Espuma de las aguas’ o ‘Espuma del mar’.

Al cabo de unos años de la partida de Viracocha, dicen que llegó, luego de su destierro, Taguapaca, el criado rebelde, que habría planeado vengarse del dios, diciéndole a los habitantes del Collao que él era el Viracocha, pero nadie le creyó”.

 

_______________________________________________________

El mito de Viracocha ha sido recogido por el cronista español Pedro Sarmiento de Gamboa en su crónica ‘Historia de los incas’ del siglo XVI. La versión aquí presentada, ha sido adaptada de la obra de Federico Kauffmann Diog, ‘Manual de arqueología peruana’.





El mito de Pachacámac

 EL MITO DEL PACHACÁMAC

 



“En el principio del mundo solo existía comida para un hombre y una mujer que habían sido creados por PACHACÁMAC. El varón murió de hambre y quedó la mujer, quien salió un día para recoger raíces que le servían de alimento; alzó los ojos al cielo y entre sollozos gritó: “Amado creador de todas las cosas, por qué me diste la vida, si habrías de matarme lentamente de hambre? Sola vivo sin sucesión. ¿Por qué, oh sol, si eres el que reparte la luz, muestras ser tan miserable negándome el sustento? Si no te compadeces de los elegidos que criaste, permite oh, que el cielo me mate con un rayo o la tierra me trague, acabando con mi sufrimiento”.

El Sol, que había escuchado todo, fingiendo no saber nada, bajó alegremente donde se encontraba la mujer. Le preguntó la causa de su llanto y, fingiendo ignorarla, la consoló infundiendo sobre ella sus rayos, fecundándola inmediatamente. Cuatro días después parió un hijo.

Pachacámac, al enterarse del hecho, se indignó tanto de la paternidad del Sol como del culto que se le rendía y cogiendo al hijo recién nacido lo mató despedazándolo. Arrancó sus dientes, los sembró y salió el maíz; con sus costillas y sus huesos creó las yucas; con su carne aparecieron los frutos. Desde entonces, hubo abundancia de alimentos y no se conoció el hambre. Pero la madre que perdió a su hijo no se mostró agradecida porque lo recordaba en cada fruto, así que pidió venganza al Sol (que según la historia, era realmente el padre de Pachacámac) y éste, oyéndola, para remediar la maldad y crueldad de Pachacámac, utilizando el cordón umbilical y el ombligo del niño muerto, creó un nuevo hijo al que llamó VICHAMA.

Cuando Vichama creció, abandonó Végueta, lugar al norte de Lima, donde vivía con su madre, dejándola sola. Aprovechando su ausencia, Pachacámac mató a la madre que ya era vieja; su cuerpo lo dividió en pequeños trozos y los dio a comer a los gallinazos y cóndores. Sus huesos y cabellos los escondió a orillas del mar; y se puso a crear nuevos hombres y mujeres que poblaron el mundo, eligiendo entre ellos a sus curacas y jefes ara que los gobiernen.

Al volver Vichama a Végueta, y al no encontrar a su madre, empezó a buscarla y un curaca le informó ocurrido. Al encontrar el cuerpo de su madre, logró resucitarla y juntos planearon la venganza contra Pachacámac, el cual logró escapar. Acusando a los pobladores de Végueta de ser cómplices de Pachacámac, pide a su padre el Sol que los convierta en piedra y así lo hizo. Por su parte, Pachacámac, al darse cuenta de lo que trababa Vichama, se escondió en el mar, frente al lugar donde se encuentra su templo (Lurín).

Más tarde el Sol y Vichama se arrepienten del castigo dado a los hombres, y al no poder deshacer lo hecho, convirtió aquellas piedras en huacas (lugares sagrados) y las distribuyó por toda la costa para que se les adore, y en el mar puso a otras, formando los actuales peñones e islas que existen frente a la costa. Al ver Vichama el mundo sin hombres, rogó al Sol crease otros. Así el Sol, dejó caer tres huevos; uno de oro, de donde salieron los curacas y los nobles; uno de plata, de donde salieron las esposas de éstos y por último, uno de cobre, de donde salieron las personas del pueblo (los hatun runas) y sus mujeres. El mundo nuevamente quedó poblado”.



____________________________________

El Mito de Pachacámac fue recopilado por el cronista Fray Antonio de la Calancha cuando acompañaba al extirpador de idolatrías Luis de Truel, ene l siglo XVI.  La presente versión ha sido adaptada del “Manual de Arqueología peruana” de Federico Kauffmann Doig.





viernes, 21 de octubre de 2022

El mito del Misti

   EL MITO DEL MISTI 

El imponente Misti frente a la campiña arequipeña. Foto tomada por Percy Sierra Carbajo. 2006

“Cuando el tiempo era joven aún en los inmensos territorios, dominio del poderos Gran Imperio Colla (Tiwanaku), en las cercanías del lago Titiccacca, vivieron los aguerridos Mistis, hombres recios de piel cobriza, poseedores de una gran fuerza cósmica, producto de su concepción panteísta, respaldada por su gran sentido comunitario. En esos dominios, el LAGO TITICCACCA era el “Apu” o dios supremo, reverenciado por los mistis, ya que los había convencido de que él era la masa de agua más grande  que haya existido en el área andina desde que fuera creado el mundo.  Los mistos vivían en torno al lago, dedicados a la agricultura y la ganadería, asistiendo a la tierra – la Pachamama- en su parto diario, que generosamente les regalaba sus frutos como consecuencia de su milenaria gestación.

La sumisión en la que vivían los mistis hacia el lago por siglos fue perturbada por el eco sonoro de una voz que emergía de las concavidades del tiempo y que daba el siguiente mensaje: ‘El Dios de dioses del agua es la MAMACOCHA -que es el mar- y hay que ir a su encuentro atravesando todo el Tawantinsuyo’. El mensaje fue captado por el MISTI más rebelde, quien liberándose de la sumisión que le tenía al lago Titiccacca, emprendió la búsqueda del “Dios de dioses”. Lleno de voluntad empieza el descenso, atravesando cerros, valles, quebradas y, cuando el cansancio lo agotaba, estaba ya a orillas del inmenso océano, el cual era tan grande, que el Misti no podía ver la otra orilla. Era tan majestuoso el mar, que tenía que ser, inconfundiblemente, un dios mayor; era pues, la MAMACOCHA, la que la misteriosa voz del tiempo le sugirió que buscara.

El Mar se muestra poderoso, es inagotable fuente de vida para el hombre y de sus entrañas se obtienen gran cantidad de recursos ictiológicos. Después de constatar a la superioridad del mar frente al lago, cogiendo unos frutos marinos, emprende el regreso a los dominios del lago -el Collao-dispuesto a demostrarle a los demás mistis la inferioridad del Titiccacca, al cual debía dejar de adorar y abandonarlo en el acto deberían, pues solo era parte del grupo de dioses menores del mundo andino.

Cuando el Misti rebelde se dirige al Collao, es sorprendido por el Titiccacca, que lo buscaba furioso desde que se enterara de su partida, cerca del actual valle de Arequipa. Con voz contundente que estremeció el valle, el Titiccacca lo castiga diciendo: ‘Por haber desobedecido mi mandato de mantenerte fiel a mis principios y ser sumiso a mi voluntad, ahora, como castigo, te quedarás convertido en volcán’.  Desde entonces, el rebelde MISTI permanece en el mismo lugar, viendo el tiempo pasar, cumpliendo con resignación su castigo. Pero no está solo, lo acompaña CHACHANI, su amante, compañera y esposa, quien, al conocer el castigo de su amado (como producto de la determinación inflexible del lago), se queda en el mismo sitio, también convertida en volcán, para hacerle eterna compañía. Precisamente, CHACHANI, en lengua aimara significa ‘La que tiene marido o acompañante’.

Como fruto de la fuerza telúrica de este amor, nace el auténtico Arequipeño, en parte andino, en parte costeño, simplemente Arequipeño"

____________________________________

El presente relato ha sido adaptado de la obra del arequipeño MANUEL HUANQUI HURTADO, ‘Semblanza de Arequipa”.