viernes, 12 de junio de 2020

La Revolución Rusa

LA REVOLUCIÓN QUE ESTREMECIÓ AL MUNDO



Ningún otro acontecimiento ha tenido un efecto tan decisivo en el mudo moderno como la Revolución Rusa de 1917, puesto que dio comienzo a una nueva era en la historia de Rusia: transformó a un país subdesarrollado en una superpotencia industrial y militar y alteró fundamentalmente el modelo de relaciones internacionales. Sobre todo, inauguró la era de las revoluciones modernas. Al demostrar que los marxistas podían conquistar el poder y establecer su dictadura del proletariado socialista, los bolcheviques sirvieron de inspiración a loa revolucionarios de todo el mundo para emular su victoria. Después de 1917, el mundo nunca más volvería a ser el mismo. La Revolución Rusa marca un hito en la historia de la humanidad. Es innegable que el proceso empezado en octubre de 1917 era inédito, pues los trabajadores organizados al lado del campesinado y soldados, tomaron el poder, se posesionaron del Estado y de sus instituciones y, por si fuera poco, lideraron la construcción de una nueva estructura en la vida de las personas: el Socialismo.





SIGNIFICADO HISTÓRICO
Resulta imposible considerar cualquier fenómeno político de la Rusia contemporánea sin aludir a su clase intelectual. Toda tendencia o movimiento de carácter progresista debía enmarcarse en posturas intelectuales que servirían como elementos de empuje o detención del mismo. La constatación de una posibilidad efectiva de llevar a cabo la esperada o temida revolución afectó a todos los integrantes de la intelligentsia rusa; muchos configuraron años más tarde la vida cultural bajo las nuevas formas soviéticas impuestas tras 1917.  Existieron pensadores y políticos que hicieron  del programa soviético un dogma religioso, y pretendieron trasplantar las medidas económicas y políticas de esta experiencia a otras realidades, cayendo en un enfoque mecanicista y dogmático, que evidenciaron con patética crudeza años más tarde al desintegrarse la Unión Soviética. En cuatro décadas de proceso revolucionario, la URSS se erigió en la pionera de los viajes espaciales. Los trabajadores, que durante el zarismo vivían explotados, pasaron a ser amos de un futuro que planificaron alcanzar. La historia, sabemos, se hace  en larga duración y en siglos de consolidación, por ello, este proceso  pionero no es el único que la humanidad proyecta. La idea de que un pueblo pobre, trabajador, formado por campesinos en su mayoría, pudiera hacerse con el poder se difundió por el mundo y sedujo a muchos. No obstante, el talante dictatorial de Stalin acabaría con el sueño.  Es la primera revolución proletaria que resultó vencedora y posiblemente el acontecimiento que más ha influido en el devenir del siglo XX. Además, permitió el surgimiento de una de las dictaduras más brutales y sangrientas de la historia: El Stalinismo.







Resulta de lo más curioso (por no decir sorprendente) que esta revolución, en contra de las previsiones de Karl Marx, se haya producido en un país atrasado, semifeudal, de predominio rural y con el peso asfixiante de la autocracia zarista sobre un territorio que sólo merced a las inversiones extranjeras, fundamentalmente francesas y británicas, iniciaba un lentísimo despegue a la industrialización. Recordemos tan solo, que Marx había pensado que la revolución socialista habría de darse, al menos, en una de las grandes potencias industriales de aquel tiempo, especialmente en su patria, Alemania, pero también Inglaterra o Francia, aunque posiblemente haya tenido en mente también a EE.UU. Con la Revolución, en la antigua Rusia zarista se destruyó el modelo civilizatorio imperante, al suprimirse la propiedad privada e implantarse el primer estado obrero de la Historia. 


La Revolución se expandió por el mundo, llegando a triunfar en varios países. Ha servido de inspiración a partidos políticos de izquierda y a gran cantidad de movimientos revolucionarios en todo el mundo; algunos llegaron al poder como en China, Cuba y Nicaragua, mientras que otros se quedaron solo en la fase subversiva, como Sendero Luminoso y el MRTA, en Perú, las FARC y el ELN, en Colombia o el EZLN en México. En países como España o Chile, el socialismo (entiéndase como Comunismo) llegó al poder por la vía democrática, pero fue defenestrado por la fuerza de las armas. En España, Manuel Azaña fue derrocado por Francisco Franco, tras una sangrienta guerra civil, que se convertiría en el preludio de la II Guerra Mundial, mientras que en Chile, Augusto Pinochet derrocó al presidente Salvador Allende, con apoyo de la CIA. Durante la Guerra Fría, la URSS se convirtió en la superpotencia, que rivalizó con EE.UU. por el control y la supremacía ideológica en el mundo, extendiendo sus redes por toda Europa Oriental (Polonia, Rumania, Hungría, Alemania Oriental, Checoslovaquia, Bulgaria, Albania y Yugoslavia), mientras que fomentó sendas revoluciones en distintos países de Asia y África, que, una vez triunfantes, se convirtieron en sus aliados incondicionales, tal como ocurrió en Corea del Norte, Laos, Camboya, Birmania, Angola, Mozambique o Madagascar y en el caso de América, en Cuba. Aún hoy, a un siglo de haberse producido, la Revolución Rusa y sus ideales siguen inspirando a multitud de líderes, la mayoría latinoamericanos, que, añorando los viejos tiempos, han intentado implantar en sus respectivos países lo que ellos han llamado El Comunismo del Siglo XXI.

Pero las clases populares de todo el planeta tienen hoy motivos para no olvidar el legado de la Revolución Rusa: los masivos desplazamientos de población, producto de las guerras, la desigualdad y lacerantes carencias; la crisis medioambiental, con la amenaza de la extinción de la propia especie humana; el retroceso en los derechos humanos y la marginación de la mujer; la crisis de la democracia en todo el planeta?son situaciones que nos invitan a volver la vista atrás y mirar a aquellas masas populares que, en la Rusia zarista, nos abrieron el camino de la emancipación y la libertad.









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FUENTES
“Atlas de la historia Universal” – The Times-El Comercio
“Del Domingo Rojo al Sóviet” – José María Solé Mariño. Cuadernos de Historia 16 Nº 240. La revolución de 1905
“Historia de la humanidad” – Lumbreras Editores
“Historia de la Revolución Rusa” – León Trotsky
“Historia del Mundo” -  Josep Pijoan , tomo 5
“Historia Universal” – Instituto Gallach .  Mundo Contemporáneo
"La Revolución Rusa" - Diego Jiménez, La Voz de Murcia, 6/11/17






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ACTIVIDAD
Realiza un juicio crítico sobre la trascendencia de la Revolución Rusa















lunes, 8 de junio de 2020

San Martín y Bolívar

¿SAN MARTÍN VERSUS BOLÍVAR?
(CARLOS DANIEL VALCÁRCEL)


José de San Martín y Simón Bolívar, los Libertadores de América

Tradicionalmente la historiografía de la independencia en el Perú  enfrentó la ambición de Bolívar al desinterés de San Martín. Se trataba pues de contraponer una inescrupulosidad ante una virtud. ¿Pero es posible tratar el tema sin ingenuidad o malicia prejuiciosa? Tal vez no. Es que el tema de por sí es polémico, pues choca con ideales e intereses nacionalistas que en más de un país da sustento a su historia, unidad a su nación y prestigio a sus gobernantes (1)..

Con el paso del tiempo la visión que de cada uno se tiene ha ido cambiando a la luz de nuevas fuentes y reinterpretaciones de las ya existentes, de tal manera que se puede identificar entre ambos artífices de la independencia sudamericana más similitudes que diferencias: La influencia inglesa, el común ideal independentista, su pasado realista y hasta su militancia en logias masónicas (2) son sólo algunas de estas similitudes.

Desde el punto de vista personal, tanto San Martín como Bolívar –miembros de masónicas sociedades secretas poseían un ideal común irrenunciable: el de la independencia hispanoamericana.  Ambos concuerdan con el punto de vista británico de formar bloques. San Martín proponiendo la Confederación del Sur, Bolívar preconizando la llamada Confederación de los Andes. La primera bajo un régimen monárquico, la segunda bajo una dictadura personalista. Al oponerse los criollos rioplatenses a una agrupación política cuyo centro se encuentre en el Perú, el plan sanmartiniano fracasaría. Bolívar tendrá similar suerte con la resistencia localista de los criollos reacios a contemplar el futuro. Nunca quisieron aceptar que la formación de los Estados Unidos del Sur era una lógica respuesta libertaria a la creación de los Estados Unidos del Norte (3).

Ahora bien, en un principio la burguesía criolla peruana colaboró con San Martín por su tendencia monárquica y la seductora idea de que el centro lo constituiría el Perú. Cuando las condiciones cambian y peligra la libertad del Perú y de Sudamérica, San Martín considera que ha llegado el momento de apartarse de sus aliados y preparar su propia caída. La entrevista de Guayaquil constituirá una coyuntura favorable.

Porque Bolívar era la República, San Martín decidió acogerse a la decidida política del libertador. Posición que se robustece cuando, estando en Guayaquil, San Martín se entera de la caída de su ministro y hombre de confianza Bernardo de Monteagudo a manos de sus antiguos aliados, los burgueses de Lima. Complot en el que tendrían vital participación Antonio de Alvarado y Tomás Guido, jefes de su entera confianza.

Después de sacrificar a  San Marín, la burguesía criolla de Lima buscaría luego con el ataque a Bolívar y la justificación de San Martín, su propia legitimización. El alejamiento del Protector produce el caos.

Con la ferviente adhesión de los republicanos, cuyo personaje más importante era José Faustino Sánchez Carrión, Bolívar llega y funda la República. El ganó solo con sus recursos, solamente porque todo lo que dejó San Martín había desaparecido. Contrariamente a éste, Bolívar no pacta con la élite criolla, que es totalmente desalojada de la política bolivariana.

Por el ideal de libertad latinoamericana, modificarán sus papeles en el proceso libertario. Bolívar y San Martín actuarán en campos diversos pero complementarios. Bolívar en los campos de batalla; San Martín en los de la diplomacia. Su importantísima misión estaría dirigida a inclinar la decisión del Imperio Británico hacia el reconocimiento oficial de los nuevos Estados hispanoamericanos, hecho que traería como lógica consecuencia el debilitamiento y disolución de la Santa Alianza (4), es decir, condenando al fracaso los intentos de reconquista del absolutismo colonialista europeo.

En conclusión, los libertadores San Martín y Bolívar no se contraponen sino se complementan en el propósito de independizar Sudamérica. Son sus colaboradores quienes harán fracasar la formación de bloques estatales, contraponiendo intereses locales, oligárquicos a la posible constitución de los Estados Unidos del Sur, idea que bulle con matices diferentes entre los libertadores José de San Martín y Simón Bolívar.



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( * ) Adaptación  del  artículo  homónimo de  Carlos Daniel Valcárcel. Las notas al  pie de página  son propias.
( 1 ) Tal es el caso del actual gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, quien ha tomado a Simón Bolívar como el símbolo de su gobierno, legando a sacralizar su efigie y a rechazar cualquier expresión contraria que inmediatamente es considerada ofensiva a la memoria del libertador. En su afán de rescatar su legado, el presidente venezolano modificó la bandera nacional y rebautizó a su país como República Bolivariana de Venezuela. Su admiración llega a tal punto que trató de emular la obra de Bolívar al intervenir en la política interna de otros países sudamericanos con miras –según creen los expertos- a tenerlos bajo su esfera de influencia.
( 2 ) Mucho se ha discutido sobre el papel de las logias masónicas en la independencia de América  hispánica. Las visiones son diversas, pues hay quienes le restan importancia, hasta aquellos que consideran que su rol independentista fue trascendental, casi como un complot para dominar al mundo. Además de San Martín y Bolívar muchos fueron los patriotas americanos que pertenecieron a logias masónicas: En Argentina, Bernardo Monteagudo, José Antonio Álvarez de Arenales, Manuel Belgrano; en Venezuela y la Gran Colombia, Francisco de Miranda, Antonio José de Sucre; en Chile, Bernardo O'Higgins; en EE.UU. George Washington, Benjamín Franklin; en Perú, Túpac Amaru II, Mariano Melgar, Hipólito Unanue, José Faustino Sánchez Carrión, Francisco Javier de Mariátegui, Toribio Luzuriaga, José de la Riva Agüero, José de la Mar, José Bernardo de Tagle y muchos más.
( 3 ) Sobre el tema, Jorge Basadre dedica unas líneas en la nota preliminar de la octava edición de la “Historia de la República del Perú”. En ellas Basadre compara el desarrollo histórico de EE.UU. con el de Hispanoamérica, llegando a la conclusión de que la razón de nuestro subdesarrollo estaría en la frustración de los proyectos unionistas de San Martín y Bolívar, en la no formación de los Estrados Unidos del Sur, como contrapeso a la creación de los EE.UU. de América del norte. Una vez más los intereses particulares y las mezquindades de clase pudieron más que el bien común.
( 4 ) La Santa alianza fue el acuerdo político disfrazado de pacto religioso que firmaron en 1813 el Káiser de Prusia Federico Guillermo III, el Emperador austriaco Francisco I y el Zar de Rusia Alejandro I por iniciativa de este último con la finalidad de defender al absolutismo en Europa tras la caída de Napoleón, teniendo como fachada la defensa del Cristianismo. La caída de Napoleón fue aprovechada por varios pueblos en Europa y América donde surgieron movimientos revolucionarios de carácter religioso, liberal o nacionalista, lo que amenazaba la estabilidad de las monarquías absolutistas, entre ellas España. El pacto consistía en apoyarse mutuamente para acabar con los rebeldes. La Santa Alianza intervino en diversas ocasiones, como en 1821 cuando las tropas austriacas se involucraron en Italia para restituir el absolutismo en el Reino de las Dos Sicilias (Nápoles y Sicilia), o con la intervención de las tropas francesas en 1823 en España contra el Trienio Constitucional del general Rafael de Riego –fiel a la Constitución de Cádiz- para restituir a Fernando VII, derrocado tres años antes. Al mostrar su interés por inmiscuirse en los problemas coloniales de España, Inglaterra y EE.UU. intervinieron para frenarla, teniendo que retirarse.

*Mayores referencias en Históri-K, Masonería e Independencia http://porlasendadelahistoria.blogspot.com/


Monumento que conmemora la Entrevista de Guayaquil entre San Martín y Bolívar levantado en esa cuidad ecuatoriana