EL MITO DE VIRACOCHA
“Cuentan las historias que el dios VIRACOCHA PACHAYACHACHI decidió
enviar a las aguas del cielo para que inunden la tierra, destruyéndola con
todos sus habitantes, guardándose a tres hombres para que le sirviesen y le
ayudasen a criar a las nuevas personas que habría de crear nuevamente cuando
acabe el diluvio y las aguas vuelvan a su nivel normal. Una vez que la tierra
estuvo seca, ordenó a los hombres recién creados salir de las entrañas de la tierra -la Pachamama-
lugo se dirigió con sus criados a la región del Collao, donde existe un gran
lago con una gran isla en el centro llamada TITICACA, desde donde mandó a que
salgan el sol, la luna y las estrellas, para que fuesen al cielo –el Hanan Pacha-
para alumbrar al mundo. Se dice que el dios Viracocha creó a la luna con más
brillo que el sol, quien por envidia, arrojó un puñado de ceniza a la cara de
la luna cuando iban subiendo al cielo, quedando oscurecida, del color que
ostenta actualmente.
Uno de sus criados llamado TAGUAPACA, no quiso obedecer las órdenes del
dio Viracocha, quien molesto, ordenó a los otros criados que lo atasen de pies
y manos, arrojándolo después en una balsa al lago Titicaca, que con sus aguas
lo arrastró por el río Desaguadero, mientras maldecía y juraba regresar para
cobrar venganza contra Viracocha y no se supo qué pasó con él por mucho tiempo.
Tiempo después el dios creó una huaca (lugar sagrado) en el lago, como
recuerdo de los que había creado y que luego había destruido, para después
dirigirse a tierra firme con sus criados, a un lugar conocido como TIWANAKU,
mientras que sus sirvientes viajaban por diferentes caminos de la costa y la
sierra, despertando a los hombres de las entrañas de la Pachamama, para que
pueblen el mundo.
Así, paso a paso, Viracocha viajaba por el mundo que había ordenado
haciendo sus obras e instruyendo (léase ‘civilizando’) a los seres humanos,
junto a sus criados. Llega a la costa, el lugar donde ahora se encuentra Puerto
Viejo (Cañete), donde se metería en las profundidades del mar, no sin antes
advertirle a los hombres que no hagan caso a falsos hombres, que les dirán que
eran ellos Viracocha, el mismísimo ‘creador’. Prometió, además, que algún día
ha de regresar y que sus criados
volverán antes para acompañarlos y enseñarles más cosas, preparándoles para
esperar su regreso. Dicho esto, Viracocha -que era un hombre blanco, brillante
de pelo y barba, que vestía de blanco y llevaba un báculo y un ‘libro’ en la
mano, se metió con sus criados en el mar, caminando por sus aguas sin hundirse.
Precisamente por eso es que los hombres la llaman ‘Viracocha’, que significa ‘Espuma
de las aguas’ o ‘Espuma del mar’.
Al cabo de unos años de la partida de Viracocha, dicen que llegó, luego
de su destierro, Taguapaca, el criado rebelde, que habría planeado vengarse del
dios, diciéndole a los habitantes del Collao que él era el Viracocha, pero
nadie le creyó”.
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El mito de Viracocha ha sido recogido por el cronista español Pedro
Sarmiento de Gamboa en su crónica ‘Historia de los incas’ del siglo XVI. La
versión aquí presentada, ha sido adaptada de la obra de Federico Kauffmann
Diog, ‘Manual de arqueología peruana’.
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