viernes, 21 de octubre de 2022

El mito del Misti

   EL MITO DEL MISTI 

El imponente Misti frente a la campiña arequipeña. Foto tomada por Percy Sierra Carbajo. 2006

“Cuando el tiempo era joven aún en los inmensos territorios, dominio del poderos Gran Imperio Colla (Tiwanaku), en las cercanías del lago Titiccacca, vivieron los aguerridos Mistis, hombres recios de piel cobriza, poseedores de una gran fuerza cósmica, producto de su concepción panteísta, respaldada por su gran sentido comunitario. En esos dominios, el LAGO TITICCACCA era el “Apu” o dios supremo, reverenciado por los mistis, ya que los había convencido de que él era la masa de agua más grande  que haya existido en el área andina desde que fuera creado el mundo.  Los mistos vivían en torno al lago, dedicados a la agricultura y la ganadería, asistiendo a la tierra – la Pachamama- en su parto diario, que generosamente les regalaba sus frutos como consecuencia de su milenaria gestación.

La sumisión en la que vivían los mistis hacia el lago por siglos fue perturbada por el eco sonoro de una voz que emergía de las concavidades del tiempo y que daba el siguiente mensaje: ‘El Dios de dioses del agua es la MAMACOCHA -que es el mar- y hay que ir a su encuentro atravesando todo el Tawantinsuyo’. El mensaje fue captado por el MISTI más rebelde, quien liberándose de la sumisión que le tenía al lago Titiccacca, emprendió la búsqueda del “Dios de dioses”. Lleno de voluntad empieza el descenso, atravesando cerros, valles, quebradas y, cuando el cansancio lo agotaba, estaba ya a orillas del inmenso océano, el cual era tan grande, que el Misti no podía ver la otra orilla. Era tan majestuoso el mar, que tenía que ser, inconfundiblemente, un dios mayor; era pues, la MAMACOCHA, la que la misteriosa voz del tiempo le sugirió que buscara.

El Mar se muestra poderoso, es inagotable fuente de vida para el hombre y de sus entrañas se obtienen gran cantidad de recursos ictiológicos. Después de constatar a la superioridad del mar frente al lago, cogiendo unos frutos marinos, emprende el regreso a los dominios del lago -el Collao-dispuesto a demostrarle a los demás mistis la inferioridad del Titiccacca, al cual debía dejar de adorar y abandonarlo en el acto deberían, pues solo era parte del grupo de dioses menores del mundo andino.

Cuando el Misti rebelde se dirige al Collao, es sorprendido por el Titiccacca, que lo buscaba furioso desde que se enterara de su partida, cerca del actual valle de Arequipa. Con voz contundente que estremeció el valle, el Titiccacca lo castiga diciendo: ‘Por haber desobedecido mi mandato de mantenerte fiel a mis principios y ser sumiso a mi voluntad, ahora, como castigo, te quedarás convertido en volcán’.  Desde entonces, el rebelde MISTI permanece en el mismo lugar, viendo el tiempo pasar, cumpliendo con resignación su castigo. Pero no está solo, lo acompaña CHACHANI, su amante, compañera y esposa, quien, al conocer el castigo de su amado (como producto de la determinación inflexible del lago), se queda en el mismo sitio, también convertida en volcán, para hacerle eterna compañía. Precisamente, CHACHANI, en lengua aimara significa ‘La que tiene marido o acompañante’.

Como fruto de la fuerza telúrica de este amor, nace el auténtico Arequipeño, en parte andino, en parte costeño, simplemente Arequipeño"

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El presente relato ha sido adaptado de la obra del arequipeño MANUEL HUANQUI HURTADO, ‘Semblanza de Arequipa”.






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