jueves, 8 de mayo de 2014

Burguesías Liberales y Revoluciones Latinoamericanas

BURGUESÍAS LIBERALES Y REVOLUCIONES LATINOAMERICANAS*
                                                                 

Sucre, Artigas, Hidalgo, San Martín, Bolívar, Miranda, O'Higgins y Nariño, patriotas, libertadores, próceres de la independencia hispanoamericana, pertenecieron a la burguesía criolla, verdadero motor del separatismo de las colonias

Toma de la Bastilla, cúspide de la
Revolución
Tras la Revolución Francesa, fuera de Europa, el mayor acontecimiento lo constituye el rápido desarrollo de las jóvenes repúblicas americanas. Repúblicas burguesas en pleno crecimiento, fiel a los valores originarios: a la filosofía revolucionaria, a los derechos del hombre, a la constitución-contrato. Y que, además, desde 1815 parece aportar la negación de la historia de los dogmas eternalistas de la Santa Alianza. Parece como si en ese paraíso de la libre empresa cada uno pudiera realizar sus posibilidades. Indudablemente se trata de una paraíso esclavista, y  que, además, postula a la exterminación del indio; más nadie, o casi nadie, se preocupa la reproducción  y el aumento de la mercancía negra, pues aún no se hace un gran problema nacional. Esta democracia, reservada a la raza blanca, la clase de los jefes de empresas, el elemento creador por excelencia de la burguesía, prolifera desde arriba debajo de la sociedad. Por consiguiente, a los ojos del mundo la república americana representa un esplendoroso éxito material: y, al mismo  tiempo, una creación democrática afirmada cada día.

Bolívar y San Martín, los mayores libertadores sudamericanos

En el mismo instante en que la Revolución Francesa vacila y se extingue en Europa, repentinamente, también, América Hispana colonizada también se incendia. Desde La Plata a Nueva España, de Buenos Aires a México, las guerras de independencia latinas repiten las guerras de la independencia “americana”. En la mayor parte del Nuevo Mundo flotan, a principios de 1814 y a pesar de los inquietantes fracasos iniciales, las banderas constitucionales o republicanas.

Napoleón puso fin a la Revolución
La revolución procede una larga fermentación de los ambientes criollos, de una burguesía de hacendados, comerciantes, de intelectuales de la misma cepa. Indudablemente, esta burguesía ha madurado según sus propias leyes. La sociedad colonial, sobre todo la americana, plantea de una forma muy peculiar sus problemas de raza, de clases, de espacio, de aislamiento. Y, por otra parte, esta “burguesía” siente con mucha mayor intensidad que en otros lugares sus limitaciones oligárquicas. Pero en el fondo ha crecido de la misma manera que las burguesías del siglo.

El movimiento de los negocios y la subida general de los precios la enriquecieron a un ritmo hasta entonces desconocido. Enriquecimiento material acompañado por un enriquecimiento cultural y por la multiplicidad de contacto en la ciudad engrandecida. Arrastra tras sí a una clientela ignorante, compuesta de mestizos, indios y esclavos. Donde se hallan simultáneamente las luces, el verdadero poder, la voluntad de cambio. Su pensamiento está guiado por la filosofía francesa; se sienten atraídos por el ejemplo y agrupa sus elementos destacados en sociedades secretas. Ricos criollos se adhieren a las logias, o bien experimentan la influencia masónica: Bolívar, gran lector de Juan Jacobo y Plutarco; San Martín, Moreno, que desempeñarán junto con Miranda –el amigo de los girondinos, el soldado de 1792-, los principales papeles de la nueva revolución.

Las naciones hispanoamericanas y sus fechas de independencia
Al igual que las demás burguesías, la “burguesía” criolla de principios del siglo XIX aspira, más o menos conscientemente, a conquistar el Estado. Excluida de los altos cargos públicos en las colonias españolas y consideradas como elementos sociales de segunda categoría, en el momento en que se imaginen más que nunca su riqueza y su conciencia, sueña, en los ambientes más evolucionados, con una constitución a la americana. Por otra parte, sus intereses económicos exige la supresión de la exclusiva. El país debe vivir para sí mismo. Con ello, la fórmula de emancipación que actuará en beneficio de la oligarquía colonial adquiere un carácter liberal y nacional.

Muy pronto, la Iglesia católica se dividirá acerca de esos problemas; pero, al principio, aporta una ayuda considerable: ulcerada por la supresión de los jesuitas, lleva a cabo una lucha sorda contra la dominación española. Desde un punto muy distinto, los acontecimientos de Europa, que van a desencadenar la gran lucha, cooperarán eficazmente. Cortejadas por los dos bandos, ayudadas o animadas simultáneamente por Inglaterra, Francia y Estados Unidos, las colonias hallarán en esta coyuntura una magnífica ocasión para emanciparse.

Ernst Labrousse y Roland Mousnier, autores del artículo

Historia General de las Civilizaciones de Maurice Cruzet,
obra de donde se extrajo el artículo.

Luchadores sociales, revolucionarios y libertadores latinoamericanos


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(*) Artículo de Roland Mousnier y Ernest Labrousse, tomado de Historia General de las Civilizaciones de Maurice Cruzet. Volumen V: El siglo XVIII (Revolución intelectual, técnica y política (1715-1815). Ediciones Destino. Barcelona, 1963.

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