viernes, 13 de marzo de 2020

La República Aristocrática


LA REPÚBLICA PLUTOCRÁTICA CIVILISTA



ORIGEN
Es la etapa de la historia republicana peruana comprendida entre 1895 y 1919, en que la Oligarquía Civilista retorna al poder ejerciendo el dominio casi total de la sociedad a través del control del Estado por un pequeño grupo de familias con tradición aristocrática colonial, que junto a la Iglesia, recuperó el protagonismo perdido con la Guerra del Pacífico, excluyendo de la vida política a las mayorías populares. Su origen habría estado en la guerra civil que enfrentó a Piérola y Cáceres en plena Reconstrucción Nacional, cuando el primero, aliado con el Partido civil y al mando de 5 mil revolucionarios toma Lima por la portada de Cocharcas, obligando a dimitir al Presidente Cáceres en marzo de 1895. Se forma una junta de gobierno presidida por Manuel Candamo y se convoca a elecciones en las que sale victorioso Nicolás de Piérola.



Tres imágenes de la revolución de Piérola entrando por la Portada de Cocharcas

ASPECTO ECONÓMICO DE LA REPÚBLICA ARISTOCRÁTICA
El fin del boom guanero tras la Guerra del Pacífico hizo presagiar una larga etapa de crisis, que sin embargo fue pronto superada gracias al restablecimiento de la economía de exportación debido a la inesperada demanda internacional del azúcar y el algodón en los mercados de Europa y EE.UU. donde eran requeridos como materias primas para las industrias de golosinas, de combustibles y de licores, en el caso del azúcar, y en la industria textil el algodón. Gracias a los créditos obtenidos de los capitalistas extranjeros, especialmente británicos, se tecnificó la agricultura costeña, que se volvió cada vez más productiva y moderna; se sustituyó la chaquitaclla por el tractor y el esclavo negro por el campesino del ande y luego por el colono chino semi-esclavizado.

Todo esto permitió el incremento acelerado de las fortunas familiares entre las que destacaron las familias Graña, Mujica, Beltrán, Pardo, Aspíllaga, Larco, De la Piedra, Gildemeister, Berkemeyer, De Romaña y otras que se convirtieron en el nexo entre los productores de materias primas y los compradores capitalistas de las naciones industrializadas de Europa. Así fue como se formaron los grandes complejos agroindustriales –especialmente azucareros- en la costa como Pomalca, Cayaltí, Tumán y Pucala en Lambayeque; Casagrande, Chiclín, Laredo y Cartavio en  La Libertad; San Jacinto, en Ancash;  Paramonga, El Ingenio y Andahuasi en Lima y  Chucarapi en Arequipa, de estas, Cartavio y Paramonga estaban en poder de la casa W. R. Grace and Company luego de haberlas recibido de sus dueños en pago por sus deudas atrasadas. El resto permaneció en poder de la oligarquía terrateniente.



A inicios del período , el predominio exagerado de al agroexportación transformó casi totalmente al Perú en un país monoproductor y monoexportador lo que ocasionó una lenta recuperación de las otras actividades económicas como la minería, la industria o la banca; pero a diferencia de la gran mayoría de economías latinoamericanas, que contaban escasamente con uno o dos recursos para exportar, el Perú tenía una producción diversificada, pues además del azúcar y el algodón –principales productos de exportación-  se exportaba a Europa lana de ovino, pieles, cobre, petróleo, caucho e incluso un poco de guano, pero indiscutiblemente eran la caña de azúcar y el algodón la base de la economía oligárquica.

El resurgimiento de la agricultura costeña tuvo su paralelo en el restablecimiento de la minería -por primera vez desde la colonia- siendo la sierra central la zona de mayor importancia, pero mientras la minería colonial se había centrado en los metales preciosos, ahora era el cobre el metal de mayor demanda gracias a la expansión de la energía eléctrica. Los oligarcas más destacados en la minería fueron Eulogio Fernandini, Pedro Beltrán y Manuel Mujica, pero hacia 1915 más del 70% de las minas estaban en manos de la Cerro de Pasco Cooper Corporation (CPC) surgida por la fusión de otras compañías que desde finales del siglo XIX extraían minerales en los Andes peruanos.  Lo mismo pasó con el petróleo, cuya extracción quedó en manos de la London Pacific Petroleum Company británica y desde 1914 de la Internacional Petroleum Company (IPC) de EE.UU. El crecimiento de la industria y el de las instituciones financieras como los bancos y las aseguradoras que tenían como principales accionistas a miembros de las principales familias de la alta sociedad peruana como los Osma, Elías, Álvarez-Calderón, Larco  y muchas más, sin contar a sus socios extranjeros.  La mayoría surgieron en el Centro de  Lima y en el Callao, especialmente alrededor de las actuales avenidas Venezuela, Colonial y Argentina por encontrarse cerca al terminal marítimo.




ASPECTO POLÍTICO
Las alianzas políticas estuvieron a la orden del día, incluso entre viejos enemigos, supuestamente irreconciliables como los pierolistas y civilistas, cuya alianza dio precisamente inicio a este periodo. Si bien este período surgió por la alianza entre estos dos grupos políticos, pronto se disolvió por las aspiraciones del Civilismo  a detentar directamente el poder político, por lo cual marginan poco a poco a Piérola a través del control del sistema electoral. Desde ese momento, el Civilismo monopolizaría el poder político. Aún así, no era un régimen estable. Los problemas limítrofes  fueron una constante durante este periodo y la solución hallada por la clase política estará en la entrega de territorios, aún sin  amenaza de guerra inminente.

El conjunto de familias adineradas, cuyo poder se concentraba en la propiedad y la explotación de la tierra, en la minería, el comercio, la banca  y la industria, darán paso a la formación de una nueva clase social, la oligarquía, caracterizada por el control directo de las instituciones del Estado como el gobierno, el Congreso, los ministerios y las FF.AA., que pasaron a ser dominados por los miembros del exclusivo y excluyente Partido Civil, que agrupaba a la alta burguesía terrateniente, minera, comercial, industrial y financiera del Perú, además de otros profesionales e intelectuales liberales allegados al régimen como Manuel Vicente Villarán, Alejandro Deustua y otros como José de la Riva Agüero y Manuel González Prada, quienes no pudieron influir en el gobierno, ni siquiera en el campo mismo del Civilismo, la política, pues los partidos que fundaron  como el Anarquista de González Prada o el Nacional Democrático de Riva Agüero -que intentó renovar al civilismo desde su interior-  no tuvieron mayor fuerza en el Congreso ni influencia en el  gobierno. A la oligarquía civilista no le interesaba tener el apoyo de los intelectuales, les bastaba el control del Congreso. 

A pesar de tener un gobierno centralista ocurrió una fuerte fragmentación regional como consecuencia del gamonalismo representado por los hacendados –especialmente de la zona andina- que gracias a su poder económico, ostentaban poder político, siendo respetados, obedecidos y temidos en toda la región aledaña a su hacienda donde vivían los indígenas que para él trabajaban. Su poder era incluso, mayor al del Alcalde o al del Comisario de la región. 



Las elecciones se realizaban a punta de pistola, no había un Jurado Nacional de Elecciones ni un registro electoral. Sólo votaban los varones alfabetos con propiedades e ingresos fijos y además altos, de tal manera que menos del 8% de la población podía votar, quedando este mecanismo democrático en manos de los más ricos. Tal mecanismo era conocido como Voto CensitarioEste modelo electoral exclusivista y excluyente permitió que solo las personas más ricas del país puedan ejercer plenamente sus derechos políticos; en otras palabras, se formó una plutocracia, ya que los ricos eran los únicos que podían reunir los exigentes requisitos que se ponían para poder votar y ser candidato a la Presidencia y al Congreso: Para sufragar se requería se ciudadano en ejercicio, peruano de nacimiento o nacionalizado, ser varón, mayor de edad (21 años) o estar casado (aunque no haya cumplido esa edad) y ser alfabeto, es decir, que se sepa leer y escribir (en español). Más adelante, al Ley Electoral se puso más restrictiva al exigir tener alguna propiedad valorizada al menos en 500 soles, ser jefe de taller o poseer una renta anual mínima de 200 soles y pagar impuestos al Estado.

Para ser candidato, además de los requisitos mencionados, para postular al Congreso se requería ser peruano de nacimiento, haber cumplido 25 años para ser candidato a Diputado y 35 para ser candidato a Senador; pero, lo que realmente elitizaba la política era la exigencia económica, pues, para ser candidato a Diputado se debía acreditar una renta anual de 500 pesos y para ser Senador de 1000. Para ser Presidente no se exigía ningún requisito económico, pero estaba sobreentendido. Además, la Junta Electoral no era totalmente independiente, estaba controlada por el Partido Civil, así que ella, prácticamente, era la que elegía a los candidatos y por tanto, al Presidente.

Las 40 familias que dominaban la política y la economía nacional, directa y abiertamente estaban representadas en el Congreso con más de un legislador. Entre 1895 y 1919 los civilistas adinerados controlaban el Poder Legislativo. Al menos 8 de ellos llegaron a ser Ministros de Estado, 5 fueron Ministros de Hacienda, 3 fueron Presidentes del Senado y 4 de ellos -Eduardo López de Romaña, Manuel Candamo, Augusto B. Leguía y José Pardo y Barreda- llegaron a ocupar el sillón presidencial. Además controlaron las alcaldías más importantes del país, las universidades, los diarios y revistas de mayor importancia.



ASPECTO SOCIAL
La oligarquía estuvo formada por un reducido grupo de familias adineradas que marginaban a las grandes mayorías populares y que estaban emparentadas entre si, de tal forma que formaban una gran familia transformando así al matrimonio y al parentesco en el origen, la fuerza y la unión de la élite social. La vida en familia era muy importante, se caracterizaba por ser patriarcal, paternalista, extremadamente moralista y católica. Cualquier otro culto religioso estaba prohibido, lo que generó conflictos con los inmigrantes europeos no católicos. Aunque el origen de las familias oligárquicas en la mayoría de los casos solo se remontaba a la época del guano,  para pertenecer a este grupo además de poder económico se requería prestigio social del apellido, de determinados lazos de parentesco y de cierto estilo de vida; es decir a las condiciones de clase se añadirían otras de tipo estamental, como herencia, rezago de la colonia.

Si bien la oligarquía se caracterizó por ser un grupo cerrado, no tuvo inconvenientes para asimilar a las familias pudientes sin tradición colonial o a ricos inmigrantes, especialmente europeos, que contribuyeran al mejoramiento de la raza. Asimismo se asimiló a diversos intelectuales de renombre aunque no tengan abolengo.  Su profundo sentido de exclusividad condujo a sus miembros a frecuentar determinados ambientes donde se mantuvieran aislados de las clases sociales inferiores. Entre estos estaban playas privadas como Ancón, colegios exclusivos como Villa María o Recoleta, clubes como el Nacional o el de La Unión, el de Polo, el de Yates o el Jockey Club. Incluso había iglesias exclusivas como San Pedro y universidades como San Marcos y la Universidad Católica, de acceso prohibido para el pueblo. Pero ningún lugar público fue más importante y representativo de este período  que el Palais Concert centro de reunión obligado de oligarcas e intelectuales entre los que destacó el escritor y periodista Abraham Valdelomar.

En su afán de estar lo más lejos posible del pueblo, muchos oligarcas se mudaron del centro de Lima a sus villas campestres de Barranco, Chorrillos, Miraflores y San Isidro, que a la postre se convertirán en los distritos residenciales de la capital. Su racismo y xenofobia llevó a los miembros de la clase alta a excluir y despreciar no sólo a las personas de distinto “color”, sino también a los inmigrantes, especialmente asiáticos, aunque también a europeos pobres. La copia de modas extranjeras determinó la alienación de la alta burguesía, que por vivir pensando en el extranjero, no pudo formar una identidad nacional.

La religión fue otro factor vinculante de la oligarquía. El Catolicismo era la única religión permitida por ser la religión del Estado pero en 1915 el Congreso aprueba la libertad de cultos para los extranjeros, sin dejar de considerar oficial al Catolicismo. Incluso muchos clérigos podían participar en política militando en algún partido político.

En este período se produjo una fuerte migración extranjera al Perú. Miles de europeos y asiáticos pobres emigraron en busca de mejores condiciones de vida, atraídos por la bonanza económica que vivía nuestro país gracias a la demanda internacional del azúcar y el algodón, aunque sin llegar a los niveles alcanzados en al época del guano. Las colonias de inmigrantes más numerosas a inicios del siglo XX  fueron tres, la china, la italiana y la japonesa. Los chinos fueron traídos para el trabajo en las haciendas azucareras donde recibían malos tratos a cambio de un sueldo mísero. Al finalizar su contrato, los que no regresaron a China quedándose  en el Perú, se establecieron el Lima, en los alrededores del Mercado Central, en la antigua calle Capón, donde hoy se levanta el Barrio Chino.

Los italianos por su parte, llegaron desde 1872 traídos por la sociedad de Inmigración Europea. La mayoría se dedicó a la agricultura, el comercio y la navegación, muchos levantaron pequeños negocios como bodegas o pulperías pero la mayoría se dedicó al negocio de pastas y panificación. Los japoneses, el tercer grupo más numeroso de inmigrantes, fueron traídos por la compañía Morioka en el buque Sakura Maru, procedente de Yokohama. Vinieron contratados para trabajar en las haciendas azucareras de Puente Piedra y la costa norte. Al fin de sus contratos algunos regresaron a Japón  pero la mayoría se quedaron en Perú dedicándose al comercio. De estas, las colonias más numerosas con más de 8 mil miembros fueron la china y la italiana, que en conjunto representaban el 60% de los extranjeros en Lima hacia 1908.



El trato dado por la sociedad peruana  a los inmigrantes no fue igual para todos, pues mientras a los italianos y demás europeos les dieron el poyo desde su llegada, no sólo por sus afinidades culturales y religiosas, sino porque su origen blanco –considerado de primer nivel en la escala racial según los ideales eugenésicos de la época- representaba la oportunidad de lograr el progreso racial. Chinos y japoneses siempre fueron marginados, siendo el blanco de las bromas, insultos y ataques  de muchos limeños, negros e indios, que constantemente saqueaban sus negocios; incluso los diarios manejados por el civilismo los acusaban de ser los causantes de la crisis económica, del desempleo y de las enfermedades como la epidemia de peste bubónica de 1903, que contagió a  más de 17 mil personas hasta 1930.  Mientras los europeos prosperaban con cierta facilidad en la política y los negocios, los asiáticos afrontaron dificultades para alcanzar el éxito y el reconocimiento social.

La escasez de alimentos y el alza descontrolada de los precios, así como la mecanización de la industria y el aumento del desempleo –motivado por la inmigración china- , motivaron marchas de propuesta contra el gobierno oligárquico exigiendo  la solución a sus reclamos como el de una adecuada jornada laboral. Como el gobierno fue incapaz de solucionar sus reclamos, en los comicios de 1912 los electores encumbran a la presidencia a Guillermo Billinghurst. Como no pudo cumplir las promesas de su campaña debido a la férrea oposición de un  Congreso, se desató una serie de revueltas urbanas en mayo de 1912, que culminan con el golpe de Estado del Coronel Óscar R. Benavides.

Con el liderazgo de sindicalistas de tendencia anarquista como Delfín Lévano, Carlos Barba, Julio Portocarrero, Nicolás Gutarra y Adalberto Fonkén, (quienes difundían sus ideas a través de publicaciones como La  Protesta, Los Parias o Nuestra Época) los obreros textiles de la fábrica “Vitarte”, estibadores de la “Empresa del Muelle y Dársena” del Callao y pronto toda la masa obrera de Lima y provincias se levantaron en la primera gran huelga general caracterizada por una gran violencia, donde los enfrentamientos entre obreros y las fuerzas del orden terminaban con gran cantidad de detenidos, heridos y hasta decenas de muertos. La quema de haciendas, de trenes y tranvías, los ataques a las mansiones de los oligarcas, el saqueo de los grandes almacenes y el linchamiento de inmigrantes asiáticos, son un ejemplo del caos que se apoderó del país entre el 13 y el 15 de enero de 1919. 

El presidente Pardo se vio obligado a otorgar a nivel nacional la jornada laboral  de 8 horas en las empresas del Estado y a aprobar otras leyes laborales como la reglamentación del trabajo femenino e infantil, la licencia por maternidad, la obligatoriedad del descanso semanal y en días festivos, así como las vacaciones anuales remuneradas. Además reconoció a los sindicatos y gremios, aprobó la Ley contra accidentes de trabajo (la primera en Latinoamérica) y se comprometió a regular la inmigración china a las haciendas azucareras y algodoneras y japonesa en las panaderías. Por último, el Estado se comprometió a iniciar la construcción de obras públicas donde se contrate únicamente a jornaleros peruanos y a obligar a los hacendados a destinar un 15% de sus tierras a la producción de alimentos básicos. Y para evitar la escasez y el alza desmedida de precios, el Estado controlaría la distribución y venta de los alimentos de pan llevar. Todo había durado tres días.

Pero no todos los logros fueron intencionales. Indirectamente se infundió el temor en la clase alta, que trasladó su residencia a los barrios residenciales del sur como Miraflores y Barranco. Además se consiguió el cambio temporal del gobierno oligárquico liberal a uno populista encarnado en 1912 por Guillermo Billinghurst y en 1919 por Augusto B. Leguía quien asume la presidencia tras unas elecciones turbias convocadas por José Pardo en medio de un gran caos político y social.

FIN DEL PERÍODO
Para algunos expertos la República Aristocrática se extendió hasta 1930, es decir, todo el Oncenio de Leguía, aunque bajo un régimen autocrático. Incluso muchos piensan que por haber estado gobernado el Perú por miembros de las clases dominantes o por militares que servían a esta clase social, la República Aristocrática se extendería por casi todo el siglo XX, hasta que en 1968  el General Juan Velasco Alvarado le pusiera fin con el golpe de Estado del 3 de octubre.



HISTORIOGRAFÍA
Si bien fue Jorge Basadre el que de la el nombre a este periodo en su portentosa "Historia de la República del Perú", el libro más importante -y clásico- dedicado a al República Aristocrática es "Apogeo y crisis de la República Aristocrática" (1979) de Manuel Burga y Alberto Flores Galindo y que ha tenido varias ediciones hasta la muerte del segundo. Es el referente inmediato para el estudio de este periodo, pues no solo lo aborda desde el punto de vista de la clase oligárquica (los gobernantes, la economía y sus suntuosas costumbres sociales), sino que explora también las relaciones de la clase pudiente con las mayorías populares, especialmente los campesinos y los obreros, así como sus luchas por acabar con los abusos y conseguir igualdad.  

El libro de Burga y Flores Galindo llave varias ediciones. La última fue publicada como parte de la colección Obras Completas de Alberto Flores Galindo por la editorial SUR

Otros libros referidos al tema que se publicaron en las décadas de los años '70 y '80 se han convertido en clásicos como  "La Oligarquía en el Perú"  publicado por el IEP, una compilación de ensayos escritos por  Jorge Bravo Bressani, Jean Piel, Fracois Bourricaud y Henry Favre; "Oligarquía peruana: Historia de tres familias" de Dennis Gilbert, en el cual se estudia a tres de las familias más poderosas del Perú: Los Aspíllaga, dueños de la hacienda Cayaltí, los Prado, dueños del Banco Popular y los Miró Quesada, dueños de El Comercio, el diario más influyente del país. Su enfoque es que la oligarquía forma un grupo cerrado de familias que controlan sectores estratégicos como la agroindustria, la minería, la industria, el comercio de exportación, la banca y los medios de comunicación en función de sus propios intereses. 



Más recientemente se han publicado "Entre la República Ariastocrática y la Patria Nueva" de Ricardo Portocarrero y Augusto Castro, publicado por el fondo editorial de la Derrama Magisteria, "El ocaso del del poder oligárquico" de Henry Pease, "La República Aristocrática" de Carlos Contreras y Marcos Cueto, tomo 5 de la colección "Historia del Perú Independiente" publicado hace unos años por entregas y, por último, "La República Oligárquica" de Juan Luis Orrego y ni hablar de las historias generales, compendios históricos o enciclopedias donde también se aborda el tema como parte de la historia republicana del Perú.






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FUENTES:
1. “Apogeo y crisis de la República Aristocrática” – Manuel Burga y Alberto Flores Galindo
2. “Desarrollo peruano en las primeras décadas del siglo XX” – Ernesto Yépez del Castillo
3. “Gran Historia del Perú” – El Comercio
4. “Historia del Perú, Proceso económico, social y cultural” - Asociación Aduni               
5. “Historia general de los peruanos” Tomo 3 – Enrique Docafe
6. “La emigración en el mundo” – Enciclopedia Estudiantil, tomo XIV
7. “La multitud en la historia” – Augusto Ruíz, El Peruano, 3/07/95
8. “La República Aristocrática” Ricardo Portocarrero, en Entre la Republica Aristocrática y la Patria Nueva
9. “Mejorando la raza” - Augusto Ruíz, El Peruano, 28/08/95
10. “Represión y legislación: Obreros anarquistas 1896-1926” – W. Huamaní, Revista del Archivo General de la Nación.


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ACTIVIDADES
1-¿Cómo surgió la República Aristocrática?
2-¿Cuáles fueron sus características políticas, económicas y sociales?
3-¿Quiénes gobernaron en este periodo? Menciona sus obras más importantes
4-¿Cómo finalizó este periodo?
5-Realiza un organizador visual sobre el tema
6-Realiza un juicio crítico en base a la pregunta ¿Sigue existiendo la Oligarquía en el Perú actual? Sustenta tu respuesta





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