miércoles, 31 de enero de 2018

José Santos Chocano

CHOCANDO CON CHOCANO



Cuando hablamos de José Santos Chocano pensamos inmediatamente en su faceta de poeta, autor de hermosos versos como Alma América o Blasón, sin embargo, tiene otra faceta menos conocida, que ha terminado en el olvido, pero que fue parte esencial en su vida, puesto que le ganó tantos enemigos, y no solo en Perú.

Joven arrogante, impulsivo
y polémico
Siendo los peruanos tan poco dados a reconocer los méritos de nuestros escritores antes de que estos pasen a integrar la gran comunidad universal de los occisos, resulta extravagante que el autor más celebrado oficialmente de toda la historia nacional, José Santos Chocano, haya sido uno de los más olvidados por los lectores en las últimas décadas.

Puede que su fastuosa egolatría haya determinado que las generaciones recientes pasen por alto su lectura. Por eso, más allá de las escasas simpatías y múltiples animadversiones que su pronunciado individualismo le acarreara, es cierto también, que su poesía ampulosa, grandilocuente y festiva pasó rápidamente de moda después de la I Guerra  Mundial de 1914.

La primera vez que estuvo ante un pelotón de fusilamiento fue en 1894, cuando los versos que escribía en el periódico La Tunda, en contra del gobierno del presidente Justiniano Borgoño lo llevaron a las mazmorras submarinas del Real Felipe, y con apenas 19 años se llevó el susto de su vida ante el simulacro que pretendía hacerlo presa del pánico. Liberado después del triunfo de la revolución pierolista de 1895, sería secretario del presidente Manuel Candamo y concesionario de la imprenta del Estado donde publicaría Iras Santas (con tinta roja) y En la Aldea (con tina azul). Un año después (1896) publicaría (luego de su boda con Consuelo Bermúdez) el poemario nupcial Azahares.

Presidentes peruanos: Manuel Candamo (su protector), Justiniano Borgoño (quiso fusilarlo), Augusto B. Leguía (protector y admirador) y Luis M. Sán Cherro (rechazó sus servicios).

En 1899, Chocano recibe el encargo del Presidente Eduardo López de Romaña de viajar a Centroamérica para difundir la idea de un Arbitraje Obligatorio para resolver los problemas limítrofes. Conocerá Guayaquil, Panamá, Costa Rica y al dictador guatemalteco Manuel Estrada Cabrera, de quien luego diría, acorde con su petulancia habitual: “Lejos de solicitar yo su amistad, Estrada Cabrera solicitó la mía”.

Chocano veinteañero
El Presidente Candamo lo nombra Cónsul en Centroamérica. Como tal, buscó el acercamiento entre Estrada Cabrera y el presidente salvadoreño Pedro José Escalón, para tratar un litigio de límites, evitando la guerra por lo menos por tres años. Después será nombrado Cónsul General en Bogotá y convenció al gobierno colombiano a someter al arbitraje del Rey de España el litigio de límites con nuestro país. El repentino fallecimiento de Candamo lo aleja de la diplomacia, regresando a Mesoamérica, sirviendo al dictador nicaragüense José Santos Zelaya en su intento de construir un canal interoceánico por su territorio con los auspicios de Alemania. Al regresar a Lima abandona la misión para integrar la delegación peruana que buscaría el arbitraje real en el asunto de límites con Ecuador.

Infatigable en su sed de aventuras políticas terminaría vinculado al Presidente mexicano Francisco Madero, oficiando de su secretario personal y asesor político. Cuando Madero es asesinado por Victoriano Huerta, tendría que hacer frente por segunda vez a un pelotón de fusilamiento, aunque no está confirmado. Chocano solía alardear diciendo que cuando le preguntaron por su último deseo dijo “Tener un hijo”. El dictador le trajo una prostituta, pero la rechazó diciendo: “No habré de darle al mundo un hijo de mala madre, pues ya basta con el militar golpista”. Le perdonaron la vida, pero lo expulsaron de México. Tras la caída de Huerta, regresaría a México para buscar los favores de Venustiano Carranza y Pancho Villa, a los cuales representará en EE.UU. para una serie de gestiones.

Gobernantes latinoamericanos con los que trabajó Chocano: Francisco Madero (México), Manuel Estrada Cabrera (Guatemala), Pedro José Escalón (El Salvador) y José Santos Zelaya (Nicaragua). todos se distinguen por su personalismoo y autoritarismo en el poder.

Cansado y envejecido, llegará a Guatemala donde conocerá a Margot Batres y se casará con ella. Allí permanecerá hasta la caída de su amigo, el dictador Estrada Cabrera. Tal derrocamiento le significará una nueva condena a muerte y su tercer pelotón de fusilamiento, del cual se salvará tan solo por el unánime respaldo de diversos gobiernos latinoamericanos, de la propia Corona española y de los más importantes y prestigiosos escritores, artistas e intelectuales de la época, muchos de ellos, sus amigos personales como Rubén Darío, Antonio Machado, Miguel de Unamuno, Manuel Menéndez y Pelayo y Antonio Machado. Una vez más, se salvó de milagro.

Chocano en pose clásica

Emigró a Costa Rica, donde se enamoró de Margarita Aguilar, prima de su esposa, con quien se casó poco después luego de raptarla.

En diciembre de 1921 regresa al Perú después de dieciséis años de ausencia. Habían ya fallecido Manuel González Prada y Nicolás de Piérola, ídolos de su juventud, así como Javier Prado Ugarteche, su protector. A su arribo al Callao recibió la bienvenida de José Gálvez Barrenechea, César Vallejo José María Eguren y Luis Alberto Sánchez. Fue recibido generosamente por el pueblo y por el Presidente Augusto B. Leguía, quien gobernada desde 1919. El 5 de noviembre de 1922 fue coronado como El Poeta de América, en el Palacio de la Exposición (hoy Museo de Arte: MALI) por la Municipalidad de Lima (que además lo había nombrado Hijo predilecto de la ciudad) y los delegados de todos los Concejos Provinciales del Perú. La corona, compuesta por veinte hojas de laurel de oro macizo representaban a las veinte repúblicas latinoamericanas. Luego se hizo otra ceremonia llamada De la Consagración, al pie del recién inaugurado monumento a Bolognesi en la plaza que lleva su nombre, al cual arribaría Chocano después de recorrer todo el Paseo Colón con la corona de oro en su cabeza. Más vanidoso no podía ser.

El poeta con la corona de laureles de oro con la que fue reconocido como "El Poeta de América" y modeda conmemorativa

Después de su coronación, el poeta viajaría a Colombia, Guatemala, Costa Rica y Venezuela, país en el cual entabló una estrecha amistad con el dictador Juan Vicente Gómez. De regreso a Lima se suscitó una polémica, en mérito a unas declaraciones suyas donde había dicho que “…más le conviene al Perú una dictadura organizada que la farsa democrática en que se ha acostumbrado a vivir”. Obviamente se refería a la República Aristocrática y al gobierno de Leguía (que aún no era conocido como Oncenio), donde la democracia era un privilegio más que un derecho para todos; donde la elección de las autoridades estaba en manos de unos cuantos hombres ricos y la libertad de expresión estaba controlada por el gobierno. Este pensamiento sobre la conveniencia de las dictaduras sería plasmado en su obra Idearium Tropical, apuntes sobre las dictaduras organizadas y la farsa democrática.

Para el centenario de la Batalla de Ayacucho (1924), Chocano consiguió que el gobierno de Leguía le subvencionase la publicación de su libro El Hombre Sol. Trazo de una época panteísta, donde se incluía el poema Ayacucho y los Andes, con el que pretendía homenajear tan importante batalla donde se selló la independencia sudamericana. El libro era tan voluminoso que su precio de 70 soles resultó extremadamente alto, aún para la gente más pudiente. Por esos días, decidió fijar su residencia permanente en Lima junto a su esposa, la ex y la amante, una mujer española con la que tuvo un hijo.

Chocano en su madurez
Su opinión favorable hacia las dictaduras le ganó la crítica del escritor mexicano José Vasconcelos, que lo criticó a través de un artículo periodístico. La crítica no le cayó nada bien a Chocano, que inmediatamente escribió una virulenta réplica. El periodista peruano Edwin Elmore defendió al mexicano defensor de las democracias, provocando la ira del Poeta de América, quien, para atacarlo decidió atacar la memoria de su padre, un oficial peruano en la Guerra con Chile, combatiente de Arica, que, según se dice, fue el encargado de minar la plaza de Arica. Chocano lo acusó de traidor a la Patria y hasta de espía chileno, puesto que el minado no funcionó, permitiendo el rápido ingreso del ejército chileno a la ciudad. Fue un artículo lleno de insultos, calumnias y tergiversaciones en contra del padre del periodista. Incluso se dice que le llamó por teléfono diciéndole: “¡Aló!, ¿Hablo con el Traidor de Arica?” a lo que Elmore le retó a decírselo en su cara. Chocano se dirigió al diario El Comercio, donde Elmore trabajaba, al encontrarse en la puerta, Elmore le dio una bofetada; Chocano respondió con un disparo a quemarropa que le quitó la vida unas horas después, mientras estaba en el hospital. El poeta fue arrestado y recluido con todas las comodidades en el Hospital Militar. El Poder Judicial lo condenó a la ridícula pena tres años de prisión, pero el Congreso, de mayoría leguiísta, anuló el juicio, quedando inmediatamente libre para partir a Chile un tiempo después, ya que en Perú había muerto socialmente (le hicieron la Ley del Hielo).  Nunca se arrepintió del asesinato, incluso, se sabe que cada vez que podía, alardeaba del hecho y profería insultos e improperios contra la víctima y su padre. Después de la caída de Leguía a manos del Comandante Sánchez Cerro (1930), desde Chile, Chocano le escribe al militar golpista ofreciéndole sus servicios (recordemos su fascinación por las dictaduras). En sus cartas a Sánchez Cerro, ataca duramente a Leguía (a pesar de lo benévolo que fue con él), pero el nuevo Presidente rechaza su oferta, ganándose el repudio del autor.

Excéntrico y supersticioso como pocos, empezó a frecuentar a supuestos videntes y a todo aquella persona que asegurase tener poderes sobrenaturales (brujos, adivinos, clarividentes, médiums y otros más), que le ayudasen con las apuestas, que lo estaban dejando en quiebra, comprometiendo seriamente su estadía en Chile, donde lo que ganaba escribiendo para los diarios El Mercurio y La Nación le alcanzaba a las justas para mantener  a su familia. Incluso se podría decir que vivió en la pobreza. Estaba tan endeudado que hasta vendió su corona de oro. Con esta ayuda paranormal esperaba también encontrar un supuesto tesoro escondido de los jesuitas (según un mapa que había comprado a un timador) el cual buscó infructuosamente, por todo Chile. Esta obsesión no solo lo llevó a la ruina, también lo conducirá a la muerte.

En la tarde del 13 de diciembre de 1934, viajando en un tranvía de Santiago, fue apuñalado por la espalda por el chileno Martín Bruce Padilla. Herido de dos puñaladas en el corazón y dos en la espalda, Chocano falleció casi en el acto. No se sabe a ciencia cierta por qué lo mató. Algunas fuentes dicen que Chocano le contó mientras viajaban, del tesoro que estaba buscando y este lo habría matado por ambición. ¿Pero fue realmente ambición? ¿Podría haberlo matado para que no siga buscando el tesoro escondido?  ¿Fue un crimen por encargo?  ¿Fue un socio suyo que había quebrado por embarcarse en la aventura de buscatesoros de Chocano? ¿O fue simplemente un loco? Tal vez nunca se sepa.

Sus restos fueron trasladados a Lima en mayo de 1965, donde fue enterrado en el Cementerio Presbítero Maestro, en un metro cuadrado y de pie, tal como lo había escrito en uno de sus poemas, que calzaba preciso como epitafio y última voluntad. Si bien murió pobre, recibió el homenaje del Estado, pero la indiferencia literaria.

Edwin Elmore, víctima de los arrebatos de Chocano y Martín Bruce Padilla,
el loco chileno que asesinó al poeta.

Como dato curioso -sí, uno más- ¿Sabía que Chocano creó un nuevo Himno Nacional para nuestro país? Pues resulta que en 1901, el Presidente López de Romaña convoca a un nuevo concurso para cambiar la letra del Himno Nacional, puesto que algunos intelectuales y políticos consideraban que era ofensiva y hasta agresiva con España. Y como, desde 1866, con la victoria en el combate del 2 de Mayo, habíamos hecho las paces con la Madre Patria, ya no tenía sentido mantenerla, pues la realidad que reflejaba en ese tiempo (la de la independencia), ya había cambiado. Además, algunos españoles se sentían ofendidos con el mensaje que daban y el Rey de España era árbitro en nuestro problema de límites con Ecuador. Es así que se decide cambiar la letra del himno, pero sin modificar el coro.

Estampilla conmemorativa de los años 80

De las 20 composiciones que se presentaron, el 12 de diciembre de 1901, el jurado compuesto por Ricardo Palma, Andrés Avelino Aramburú y Guillermo A. Seoane, dio por ganador a Impromtu. Cuando abrieron el sobre que consignaba los datos del autor, resultó que era nuestro poeta. Las estrofas ganadoras fueron impuestas y los escolares la cantaron durante un aproximado de 10 a 12 años. Lamentablemente no fueron decretadas oficialmente por el Congreso, regresando al Himno Nacional anterior.


Himno Nacional
(Letra de José Santos Chocano)

Coro
Somos libres, seámoslo siempre,
Y antes niegue sus luces el sol.
Que faltemos al voto solemne,
Que la patria al Eterno elevó.

Estrofas

I

Si Bolívar salvó los abismos

San Martín coronó la altitud;
y en la historia de América se unen
como se unen arrojo y virtud.
Por su emblema sagrado la Patria
tendrá siempre, en altares de luz
cual si fuesen dos rayos de gloria,
dos espadas formando una cruz.

II
Evoquemos a aquéllos que un día
nos legaron eterna lección;
y ensalcemos, no en vanas palabras,
sino en hecho, la Paz y la Unión
¡Trabajemos! Las manos sangrientas
se depura en esa labor;
¡que la guerra es el filo que corta,
y el trabajo es el nudo de amor!

III
El trabajo nos ciñe laureles,
si la lucha nos dio libertad.
¡Trabajemos! ¡Abramos la tierra,
como se abre a la luz la verdad;
arranquemos el oro de las minas;
transformemos la selva en hogar;
redimamos el hierro en la industria
y poblemos de naves el mar!

IV
A vivir subyugados sin gloria,
prefiramos morir sin baldón,
que así sólo verán nuestros héroes
satisfecha su noble ambición.
¡Somos libres! gritaron los pueblos;
y la Patria fue libre a esa voz.
¡Cómo el Orbe salió de la Nada
a una sola palabra de Dios!


Tumba de Chocano en el cementerio Presbítero Maestro de Lima enterrado de pie.


En el siguiente enlace se puede acceder al programa HISTORIAS DETRAS DE LA MUERTE, episodio 09 LETRAS DE DUELO, sobre JOSÉ SANTOS CHOCANO



Sucedió en el Perú, programa dedicado a José Santos Chocano






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FUENTE:
“Chocano: El soberbio Ignorado” – Nicolás Yerovi. Revista Somos N°523, 14-12-96







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